Habitualmente llamamos catedral a un templo: la iglesia principal de una diócesis, donde tiene su sede -cátedra- el obispo. Pero una catedral es mucho más que un edificio: es un ente vivo; en su interior y alrededor hay muchas personas implicadas activamente en las diferentes tareas necesarias para su buen funcionamiento.

La principal corporación de una catedral es su cabildo, que se encarga del cuidado y gobierno de la misma.

Actualmente, en Burgos, está formado por los canónigos, sacerdotes que, además, tienen formaciones específicas para desempeñar cada una de las tareas encomendadas y que, reuniéndose asiduamente en la sala capitular, exponen las necesidades y problemas a resolver, tomando las decisiones que consideran necesarias.

Como en las demás comunidades religiosas, el rezo colectivo es muy importante, y por ello, de lunes a sábado a las 09:00’, celebran juntos la misa conventual, en la que integran las horas canónicas de laudes (al principio) y tercia (al finalizar). También acompañan al obispo concelebrando con él las liturgias de las principales festividades. A estos actos deben acudir con sus específicas vestiduras litúrgicas. 

Anteriormente también formaban parte del cabildo otras personas a las que se encargaban determinadas labores, aunque no fueran canónigos ni, en algunos casos, sacerdotes.  

Hasta el siglo pasado, las canonjías se ganaban por oposición. Cuando quedaba libre una de ellas -generalmente por defunción o por traslado del titular- el cabildo convocaba un examen al que se presentaban quienes, reuniendo las condiciones necesarias, deseaban la plaza y acreditaban la preparación y la experiencia que pudieran tener. Por eso era habitual encontrar canónigos venidos de otras diócesis. 

Aunque haya algunas diferencias entre unas catedrales y otras, el Código de Derecho Canónico, en su capítulo IV -dedicado a los cabildos y canónigos- dice que el cabildo está formado por dignidades y oficios. 

Las dignidades son: 

Deán: o presidente del cabildo, a quien representa ante las autoridades eclesiásticas y civiles. En caso de ausencia del obispo, o arzobispo, preside los actos propios de la catedral.

Arcipreste: fomenta y coordina la actividad pastoral y procura que las funciones religiosas se celebren teniendo en cuenta las prescripciones de la sagrada liturgia, tal y como recoge, entre otras funciones, el Código de Derecho Canónico.

Arcediano: es el vicario del obispo en el cabildo. 

Chantre: su función radica en la dirección del rezo litúrgico y la organización del canto.

Maestrescuela: dirige la escuela catedralicia y la educación de los estudiantes.

Y los oficios: 

Penitenciario: es el responsable y el organizador de todo lo relacionado con la disciplina penitencial de la catedral.

Lectoral: programa y organiza las actividades formativas para los fieles con el objetivo de dar a conocer la Sagrada Escritura.

Doctoral: es el asesor jurídico del cabildo, por ello tiene que ser doctor o licenciado en Derecho Canónico.

Magistral: también ha de ser doctor o licenciado, pero en Sagrada Teología o, en su defecto, perito en la materia debido a que es el asesor teológico del cabildo.

Prefecto de liturgia: organiza todo lo relacionado con las celebraciones litúrgicas en la catedral.

Archivero: le compete el cuidado del patrimonio documental y bibliográfico capitular.

Fabriquero: responsable de la construcción, de la parte inmueble de la catedral.

Tesorero: se encarga de la administración económica.

Maestro de capilla: prepara la música en la catedral, dirige el canto en la acción litúrgica y cuida y actualiza el archivo musical.

Organista: se responsabiliza del uso de los órganos y armonios de la catedral, y de conservar y mantener su patrimonio organístico.

Todas estas funciones no siempre eran realizadas por canónigos, algunas podían estar a cargo de beneficiados o racioneros que no asistían a las reuniones de los capitulares salvo cuando circunstancialmente eran convocados, pudiendo o no tener voz y/o voto. 

Desde finales del pasado siglo, en la catedral de Burgos ya no hay beneficiados; fueron todos nombrados canónigos.

Aunque la proposición y nombramiento de canónigos está reservada a la Sede Apostólica, normalmente delega estas tareas en el obispo y en el propio cabildo, debiendo conferir las canonjías a sacerdotes que, destacando por su doctrina e integridad de vida, hayan desempeñado meritoriamente su ministerio y tengan una sólida formación. Por eso en la actualidad suelen ser elegidos sacerdotes de la propia diócesis. 

Todo cabildo tiene sus propios estatutos, elaborados mediante legítimo acto capitular, aprobados por el obispo diocesano, y que no pueden modificarse ni abrogarse sin su conformidad.

Hubo -y aún quedan- algunos tipos especiales de canónigos. Por ejemplo, el rey emérito, Juan Carlos I, fue nombrado en 1977 protocanónigo honorario de la basílica de Santa María la Mayor en Roma.

Y su hijo Felipe VI, en noviembre de 2017, también fue nombrado canónigo honorario de la catedral de Toledo, distinción que ostentan todos los monarcas desde Felipe II. Firmó en el libro de honor en el que también, años atrás había firmado su bisabuelo Alfonso XIII.

Cuando toma posesión un nuevo canónigo, realiza su juramento de fidelidad al cargo, en la sala capitular, con el cabildo catedralicio como testigo. Luego, en la capilla, tras una inicial liturgia de la Palabra, el presidente del cabildo suele leer una reseña biográfica y el nombramiento. Se reza el Padrenuestro y se le señala su silla en el coro donde se le coloca el bonete y, tras unas palabras dirigidas a los asistentes, se finaliza el acto con el rezo de la Salve, recibiendo después las felicitaciones de los asistentes.

En el archivo de la catedral de Burgos se conservan las actas capitulares o registros de las reuniones del cabildo desde antes de existir la actual catedral. Esto también supone una importantísima fuente de información para el estudio histórico de la ciudad, pues en sus anotaciones se reflejan datos que muchas veces son únicos, sobre todo de épocas en las que aún no existían periódicos ni otras formas de conservación del día a día, y apenas había personas que supieran escribir. 

Por ejemplo, del 26 de febrero de 1122, casi 100 años antes de colocarse la primera piedra, hay un registro en el que consta que el rey Alfonso VII dona al monasterio de San Cristóbal y a Pedro Gutiérrez, canónigo de Burgos, la heredad que tiene en territorio de Villadiego y que se llama de San Cristóbal en el camino que va de Olmos a Villadiego.

Algunas canonjías vacantes eran solicitadas por muchos pretendientes:

En la reunión capitular del 6 de febrero de 1467, Diego Fernández de Castro, abad de Covarrubias y arcediano de Alava, pide posesión de la canonjía que ha quedado vacante por muerte de Juan Alonso de Formallaque. Juan Sánchez de Bilbao, canónigo, procurador de Rodrigo de Vergara, arcediano de Vizcaya, requiere la posesión de dicha canonjía. Diego Yáñez, boticario, procurador de Fernando Martínez de Valcárcel, presenta una bula y proceso para optar a dicha canonjía. Juan Díaz de Sanzoles, procurador de Francisco de Sacramenia, solicita asimismo la posesión. Ruy Sánchez de Garay, capellán del rey, lo solicita igualmente. Los diputados del cabildo se reúnen para estudiar las bulas y procesos de los solicitantes a la canonjía y establecer las fechas de su expedición.

El 15 de abril de 1524 se presenta una cédula real sobre lo que corresponde al rey Carlos I por su canonjía.

Cuando el cabildo tenía que tomar decisiones, lo hacía a través de una votación. Unas veces era abierta y otras secreta. Para estos casos, se repartían habas -blancas y negras- y utilizando un tablero construido a tal efecto se asignaba una respuesta a cada color:

21 de agosto de 1551: ‘Platicaron sobre si convenía que se tomase otro organista para que juntamente sirviese el órgano con el canónigo Juan de Gobantes, organista de la catedral, y después de mucho platicado en ello mandaron que se votase por habas blancas y negras y declararon que la haba blanca recebía a Pero Gómez de Gobantes, hermano del dicho canónigo Juan de Gobantes, por organista, con salario de cinco mil maravedises cada año, y votado secreto y publicadas las habas se hallaron veinte y cuatro habas blancas y tres habas negras, y así le recibieron dende hoy con el dicho salario de cinco mil maravedises’.

15 de mayo de 1546: Antonio de Villegas se presenta a la oposición a la canonjía de doctoral vacante por promoción de Juan de Acebes al obispado de Ciudad Rodrigo.

19 de septiembre de 1698: D. Manuel de Egüés, canónigo y maestro de capilla, presentó memorial diciendo cómo la casa en que vive amenaza manifiesto peligro, como consta de la vista de ojos que han hecho los maestros que edifican las nuevas del cabildo y le han dicho que salga luego de ella, porque suplica al cabildo se sirva dar providencia y licencia para salirse de ella.

12 de diciembre de 1729: Nominación del magisterio de capilla, vacante por muerte de don Manuel de Egüés, su último poseedor [...] ‘en vista del informe que dieron por escrito don Pablo Borea y don Diego Arceo, examinadores de los ejercicios que hizo don Francisco Harnández Illana, único opositor a dicho magisterio, de su habilidad y suficiencia, y que había cumplido muy exactamente en los puntos y composiciones que le fueron señalados para el examen’ [...]  ‘y luego yo, el dicho secretario, llevé al referido D. Francisco Fernández Illana al coro mayor de esta santa iglesia y en el del señor deán le señalé la última silla alta de señores canónigos, en la cual se sentó y derramó cantidad de moneda, en señal de posesión, y de haberla tomado quieta y pacíficamente y sin contradicción alguna lo pidió por testimonio...’

Todos estos datos proceden del archivo de la catedral de Burgos, del Código de Derecho Canónico (Parte II, Sección II, Título III, Capítulo IV) y de diversas conversaciones con algunos canónigos de la catedral...