«No tenemos en mente ni fusiones, ni echar a gente»

G. ARCE
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ENTREVISTA I Jesús María Hontoria, presidente de Cajaviva Caja Rural

Jesús María Hontoria, presidente de Cajaviva Caja Rural. - Foto: Alberto Rodrigo

El nuevo presidente de Cajaviva Caja Rural, Jesús María Hontoria, es un orgulloso agricultor de cereal de secano nacido hace 54 años en Iglesiarrubia, un pequeño pueblo con apenas 40 vecinos en la comarca del Arlanza. Ha vivido el campo burgalés desde la niñez (ahora junto a su mujer, también agricultora) y a él se ha dedicado tras estudiar FP en la rama de mecánica de automóvil. Maneja el tractor con la misma soltura que se viste de traje y corbata para presidir los consejos rectores de la Cooperativa Arlanza desde hace 16 años y, desde finales de octubre, los de Cajaviva Caja Rural. Emprendedor y entusiasta de la vida en el mundo rural y del espíritu cooperativo, algo vio en él Pedro García Romera, el que fuera presidente de la entidad de crédito los últimos 40 años y fallecido el pasado septiembre, para promoverlo como su sucesor. El abogado del Estado y el agricultor se conocían bien, pues han trabajado estrechamente los últimos años, marcados por la crisis financiera y la fusión con las rurales de Segovia, Fuentepelayo y Castelldans. 

¿Cómo asume el reto de tomar el testigo de Pedro García Romera?

El proceso en mi elección no ha sido el más natural posible. La pandemia nos ha condicionado la asamblea general, que debía haberse celebrado en mayo. Así lo había dejado perfectamente organizado Pedro. Pero hemos tenido la desgracia de su fallecimiento. Me hubiese gustado tomar el relevo en su presencia, ha sido una pena y una tristeza enorme. Él no se merecía esto. Todo ha quedado empañado con su pérdida, que para mí es como una brecha que me duele. Le conocía desde hace 22 años y en los últimos he trabajado muy estrechamente con él. De Pedro lo he aprendido todo. Estoy muy apenado con su pérdida y por cómo se ha producido el traspaso. 

¿Qué enseñanzas y consejos guarda de su antecesor para este reto?

El intentar aprender todo lo que Pedro García Romera transmitía es imposible. Era un hombre de una sabiduría extraordinaria, con una capacidad de síntesis para las cosas maravillosa. Trasmitía tranquilidad y era un hombre muy práctico. Esas cualidades nos han servido para los avatares que hemos vivido estos años y los procesos de fusión. En todas las reuniones nos contaba un chiste, algo que a mí no se me da, y que es muy de agradecer.

¿Va a ser un mandato continuista?

No es el momento para adoptar cambios drásticos y no podemos romper con el pasado.  Mi intención es continuar con la trayectoria y las directrices que nos hemos marcado y que, además, nos están dando buenos resultados. Intentaremos dar otros pasos pero despacio, firmes, con sensatez y valorando las cosas. 

Las cuentas de 2019 incrementaron un 31% los beneficios.

Son unas cuentas fantásticas, muy buenas, en ellas nos debemos de apoyar para continuar. Pero hay que ser realistas porque las circunstancias de 2019 no son las mismas que las actuales. No vamos a superar estos números, ni nosotros ni el resto de entidades financieras. Estamos ante un año muy complejo y mi temor es que el próximo va a ser peor todavía. En 2020 había cosas muy bien hechas hasta que llegó esta desgracia de la pandemia y es algo que tenemos ganado. Pero, según se está prolongando el problema, el próximo año puede ser tela marinera... Además de la crisis, tenemos todas las imposiciones legales del Banco Central Europeo, que nos suponen unos niveles de exigencia brutales. Ofrecemos un servicio esencial en estos momentos difíciles, pero no hemos visto un reconocimiento al esfuerzo del sector financiero.

¿No tienen buenas previsiones?

Es una situación muy compleja y nos toca a todos, al ciudadano de a pie y a las empresas. Es una crisis económica que yo diría sin precedentes. Por mucho que nos digan los grandes ideólogos, el acertar sobre lo que va a ocurrir es prácticamente imposible. Esto es un trabajo del día a día, viendo qué sectores pueden empezar a rodar otra vez.

¿Han tenido que cambiar su plan estratégico 2019-2021?

Lo mantenemos porque marca lo que queríamos, pero ya lo estamos modificando desde el verano. Necesitaba ciertos retoques. Las previsiones ya no son tan optimistas.

Ustedes han crecido especialmente en los últimos años en el ámbito de las pymes y autónomos, el más castigado por los confinamientos. 

No vamos a renunciar a nuestros orígenes, rurales en un primer momento y, posteriormente, volcados con el tejido empresarial burgalés integrado por pymes y autónomos. En los últimos años nos hemos especializado muy bien en cubrir las necesidades de este ámbito y lo hemos hecho bien. El año pasado crecimos en cuota de préstamos [un 5,82%] cuando en el resto de entidades decrecieron. Vamos a seguir trabajando en la línea del modelo cooperativo. Creo en este modelo, que es muy bueno y, aunque necesita ciertas mejoras, lo está haciendo muy bien. La proximidad a la gente está ahí y la gente está pidiendo cercanía, que les soluciones sus problemas y eso lo sabemos hacer muy bien.

Al menos, terminamos un año de buenas cosechas.

La cosecha agrícola ha sido histórica en Burgos, una provincia con un peso agrícola muy grande. Los rendimientos han sido históricos y creo que al agricultor le ha ido bien y funciona bien. Los precios no han acompañado, han sufrido una caída muy importante en verano (luego han repuntado), pero ahí no tenemos poder de decisión. Creo que es un muy buen año para el campo.  

La pandemia ha evidenciado los problemas de las grandes urbes y los beneficios del  mundo rural. ¿La provincia está ante una nueva oportunidad para recuperar vida, empresas y prosperidad? 

Al mundo rural se le dejó caer hace  ya muchos años y su recuperación es difícil. Ahora se están dando puntualmente casos de nuevos habitantes pero es muy difícil fijar la población. No hay empresas y difícilmente puede teletrabajar una persona en, pongamos mi pueblo, Iglesiarrubia, con coberturas de telefonía no malas sino lo siguiente. Si el mundo rural tuviese medios ¿por qué no?, yo estoy encantado de vivir en un pueblo y más en estos tiempos de pandemia. Las administraciones tienen que apostar por el mundo rural, aunque lo veo difícil, han pasado muchos años sin tomar medidas. 

¿Está satisfecho del protagonismo y posición financiera que han alcanzado en Burgos tras la desaparición de las cajas de ahorros?

Tenemos una cuota de mercado aceptable y en pleno crecimiento. No estamos estancados y crecemos por el trabajo muy bien hecho tras la fusión con Segovia, Fuentepelayo y Castelldans. También, aunque de forma puntual, nos hemos beneficiado de los sentimientos que despertaba una fusión con una entidad catalana [en el caso de Caja de Burgos], algo que nos ha permitido recoger unos frutos que no habíamos sembrado directamente, aunque somos la única entidad financiera burgalesa que permanece.

El sector financiero está inmerso en fusiones, ERE y cierres de oficinas. ¿Qué van a hacer ustedes?

Los procesos ahora en marcha llevaban tiempo cocinándose y han aprovechado unos momentos en los que el Banco Central Europeo facilita estas fusiones. El estrechamiento de los márgenes del negocio sigue aumentando y no me parece mal que aprovechen estas circunstancias. Nosotros no estamos en temas de fusiones ni de sentarnos a negociar con nadie. Las cajas rurales tenemos nuestros territorios bien delimitados y no somos beligerantes entre nosotras. No es el momento porque ya hicimos los deberes hace tres años cuando firmamos un MIP (Mecanismo Institucional de Protección), que nos da una cobertura fantástica por si hay algún tipo de problema en un momento puntual. No veo movimientos de fusión en el ámbito de las cajas rurales. 

¿Y mantendrán el empleo y la red?

Somos 280 trabajadores y desde que nos fusionamos, hace ocho años, no hemos echado a nadie e incluso hemos incorporado gente a la plantilla. No tenemos en mente ni echar a gente ni cerrar oficinas en los territorios donde estamos. La idea ahora es mantenerse, aunque a nadie se le pasa por la cabeza abrir ahora oficinas urbanas y creo, además, que ya no es tan esencial como antes.

Los expertos auguran que las grandes fusiones abren un hueco para las entidades pequeñas y locales.

Sí. Al final, el tamaño de algunos bancos es quizá excesivamente grande y se pierde la cercanía y la proximidad a las personas. En el modelo cooperativo una prioridad es la cercanía a la gente y eso no lo vamos a perder. Tenemos oficinas pequeñas que atendemos uno o dos días a la semana y, hasta que podamos, no vamos a cerrarlas. De hecho, no hemos cerrado durante la pandemia porque éramos conscientes de las necesidades del ciudadano de a pie.

El 62% de su operativa ya es digital. 

Es un proceso en el que no hay vuelta atrás. Cada vez hay más canalidad  y soluciones para adaptarnos. Cuanto más rápido se avance en este ámbito muchísimo mejor. No obstante, somos una Caja muy ligada al mundo rural y no podemos pretender que los señores de los pueblos hagan todo a través de su ordenador, máxime cuando no hay una conexión aceptable. Es un problema que tenían que resolver otros pero que hay que demandarlo, hay tecnología para dar cobertura al mundo rural. Ahora mismo, un agricultor o un ganadero tiene todo tipo de tecnología a su alcance y el poder utilizarla es muy importante para sus explotaciones porque si no están perdiendo competitividad con el agricultor o ganadero francés o alemán. 

¿Se seguirá apostando por la obra social a través de la Fundación?

Sí, aunque el Fondo de Educación y Promoción sale de los resultados del ejercicio. Vamos a ver lo que nos depara este 2020...

Lleva presidiendo la Cooperativa Arlanza los últimos 16 años. ¿Qué similitudes tiene una cooperativa agraria con una de crédito?

Muchas. La organización es la misma, la asamblea y el consejo rector funcionan igual. La gerencia está en manos del director general [Ramón Sobremonte en Cajaviva Caja Rural]. En la Cooperativa Arlanza comercializamos cereal, abonos, vino, gasoleo... Compaginaré ambas presidencias, aunque también celebraremos elecciones en la cooperativa agraria el 20 de diciembre, si la pandemia lo permite. Y tengo intención de presentarme.

¿El cooperativismo, donde los socios se protegen ante las dificultades, puede cobrar un nuevo auge en estos tiempos de crisis?

El cooperativismo lleva muchos años implantado en Europa, no tantos en España, aunque aquí hemos aprendido. No obstante, todavía hay cooperativas pequeñas de tamaño y no se han llevado a cabo las fusiones necesarias. Pese a ello, cada vez hacemos las cosas mejor porque estamos dando más servicios a los socios ante los problemas que surjan en el campo (como, en nuestro caso, la solución a las ITV de los carros de herbicida, la PAC, los seguros agrarios...). Lo valoran los asociados y los clientes y eso es importante. Este sentido práctico se aplica al funcionamiento de una cooperativa de crédito. La prudencia a la hora de tomar las decisiones es muy importante, la precipitación no es buena.

¿Le convence la gestión que se está haciendo de esta pandemia?

No quiero evaluar ni a unos ni a otros, pero no se ha hecho una gestión adecuada. Los políticos van cada uno por su lado en un momento en el que todos deberíamos de arrimar el hombro y dejar las diferencias. La pandemia nos está llevando a una crisis económica profundísima pero la pérdida de vidas es más dura todavía. Lo importante es que no vayan a más y en este empeño tenemos que apostar todos.