Leyenda del Dakar

A.I.A.
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Alberto Herrero, a los mandos del primer camión del TH Trucks-Burpellet, finaliza su décimo rally con el buen sabor de la aventura a pesar de la dureza del recorrido saudí

Alberto Herrero muestra la medalla por alcanzar la meta de Quiddiya (Arabia Saudí). - Foto: Jesús J. Matías

Competir y un buen puesto en la clasificación no son el objetivo. El deseo es vivir experiencias diferentes en un entorno de amistad y en países lejanos. Nuevas vivencias en perfecta comunión con su pasión: el motor, son las que han llevado al burgalés Alberto Herrero a convertirse en Leyenda del Dakar. Un título que solo se concede a los pilotos que han hecho diez rallys.

El Dakar es locura para el piloto, pero una locura para no arruinarse. "No quiero vivir del rally, si no de mi trabajo. El Dakar son mis vacaciones", confiesa recién llegado de Arabia Saudí, donde finalizó en el puesto 29 de camiones. Tiene una empresa de transportes, que lleva su nombre, y es la que le permite disfrutar de su aventura anual.

Alberto Herrero compró el primer camión para competir en 2009. Aquella fue su primera experiencia y desde entonces ha evolucionado en seguridad y compromiso. Ya sabe lo que es subirse a lo más alto del podio. Fue el ganador de su categoría de camiones en el Dakar 2013, con meta en Valparaíso (Chile). En los últimos años está alternando la competición con la asistencia; lo que le permite "cubrir gastos". Lleva piezas de los vehículos de otros pilotos y repara averías en carrera; paralelamente forma parte del elenco de participantes.

En 2018 dio un salto espectacular al alcanzar un acuerdo con el equipo Mini para asistencias hasta 2021. "Esto me da una gran seguridad económica y la confianza de saber que voy a estar un año más en el Dakar", reconoce. 

La garantía del contrato con Mini, unida a la experiencia acumulada, al conocimiento de los entresijos del Dakar y al apoyo constante y decisivo de su mujer, Susana, le han llevado a crear un equipo poderoso de asistencias. Cuenta con la sabiduría de Rafa Tibau, que fuera periodista de RTVE.

Ha fundado el equipo TH Trucks, que en esta edición ha tenido el patrocinio y máximo apoyo de la empresa burgalesa Burpellet. La firma burgalesa ha estado en el Dakar con tres camiones de carrera -Alberto pilotaba el primero y finalmente, el único en alcanzar la meta de Quiddiya-; tres de asistencia, tres autocaravanas, tres minibus y dos todoterrenos de apoyo. En total 15 personas, siendo cinco burgaleses. "Este año, las asistencias han tenido mucho trabajo. Las etapas eran muy largas y las distancias impedían el descanso; apenas tres o cuatro horas de sueño. Además en la primera etapa volcó un camión de carrera y eso conllevó más trabajo. Ha sido duro", agradece y admite que aunque el Dakar engancha "hay cosas que solo se sobrellevan por amistad. Somos todos amigos y eso es lo más gratificante".

Para Alberto el Dakar es una gran aventura, que este año "ha tenido más notoriedad por la participación de Fernando Alonso. Es un orgullo que un español compita, aunque ha sido una lástima que no ganara una etapa". Otra gran novedad ha sido el cambio de país. Siempre había estado en Sudamérica, donde el calor de sus habitantes era espectacular. "Allí les va la jota, como a nosotros", aclara. En Arabia Saudí, ha faltado eso porque "allí no hay afición". También le ha sorprendido la ausencia total de problemas. "Íbamos avisados sobre la cultura árabe, pero nada; todo han sido facilidades".

Una noche en el desierto, con el cielo por techo y al calor de una hoguera, contando aventuras mientras esperaban las asistencias "convierten al Dakar en algo inolvidable. Eso no tiene precio". Este valor incalculable es lo que motiva a Alberto Herrero, que se ha marcado el nuevo reto de hacer mejoras en un camión y participar solo como piloto. Es el nuevo sueño de la leyenda burgalesa del Dakar.