El perfil de San Román gana nitidez

DB
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La última fase de la excavación arqueológica en la ladera del Castillo confirma su potencial y continúa aclarando la extensión y usos del templo en distintas épocas, además de sacar a luz más de 50 nichos con varias reutilizaciones

Las excavaciones han aflorado hasta el momento más de 50 enterramientos en la iglesia. - Foto: Christian Castrillo

Paso a paso, tirando de pico y pala, quitando escombro aquí y limpiando tierra allá, el perfil de la iglesia de San Román gana nitidez. La campaña arqueológica continúa aportando nueva información sobre este templo de la ladera del Castillo, de origen románico, con una posterior ampliación gótica, y que desapareció por los bombardeos franceses en 1812. La responsable de las excavaciones, Fabiola Monzón, resalta que esta nueva fase de los trabajos, que comenzaron en julio y concluyen este mes de diciembre, no ha arrojado grandes piezas, pero sí «un gran potencial de interés» que augura que queda mucho por desvelar. 

La anterior fase, que terminó en febrero, se centró en la documentación de la capilla de San Andrés, una de las más importantes, y de los restos de la torre, ambas bajo el mecenazgo de la familia Quintanadueñas. En este recinto, se descubrió una cripta de existencia desconocida, pero sus dimensiones obligan a ampliar y mover el vallado inicialmente colocado y retirar casi siete metros de relleno. 

A la espera de poder ejecutar esta actuación, estos meses se ha continuado con los trabajos en la zona de las naves, en una superficie de unos 320 metros cuadrados a diferentes profundidades. 

Tras la retirada de sedimentos de tierra aportados a la iglesia en el siglo XIX para hacerla desaparecer y evitar que de nuevo se convirtiera en un refugio en caso de conflicto bélico, se han localizado los terraplenes terreros construidos por las tropas napoleónicas entre 1812 y 1813. 

Eliminados estos parapetos ha salido a la luz parte del pavimento de baldosa de ladrillo de la nave central, diferentes pilares y parte del muro sur. Estas construcciones permiten ampliar el conocimiento de su planta. «Ahora se puede señalar que contaba con una anchura de unos 21 metros, tal y como citaban las fuentes históricas por lo que puede ser fiable que tuviera una longitud de unos 31 metros». 

La excavación ha alcanzado la cota del suelo, ocupado por nichos para el enterramiento de los feligreses. Monzón observa que el templo estuvo muy ocupado y demandado con más de 50 nichos, con hasta siete reutilizaciones. 

Quedan abiertos muchos interrogantes a los que la arqueóloga espera poder dar respuesta en sucesivas campañas, que las habrá, tal y como confirma la concejala de Cultura, Rosario Pérez Pardo. 

«Se puede hablar de unos resultados satisfactorios que están posibilitando conocer el desarrollo constructivo del templo y aspectos sobre algunos episodios en él acaecidos», concluye Monzón al tiempo que lamenta que este año no sean posibles las jornadas de puertas abiertas y aplaude el interés suscitado entre los escolares que participan en el programa Wellington ataca, dentro de La ciudad también enseña.