La Bureba gana desde el estado de alarma 150 empadronados

S.F.L.
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Los ayuntamientos de todas las localidades de mayor tamaño, excepto el de Briviesca, han comprobado cómo ha aumentado el interés de algunos veraneantes por vivir en el pueblo

El cierre de fábricas supone que muchas familias abandonen Briviesca en busca de trabajo. - Foto: S.F.L.

Los municipios más poblados de La Bureba han comprobado que desde el inicio de la pandemia de coronavirus la cifra de empadronados se ha visto incrementada ligeramente con respecto a la del 2019. Todos menos Briviesca, donde únicamente se han  censado 93 personas frente a las 134 del pasado año. En el caso de Frías, Oña, Poza de la Sal, Busto y Cubo de Bureba, y según los datos aportados por los respectivos ayuntamientos y el Instituto Nacional de Estadística, el aumento de población es «notable» aunque los responsables del registro desconocen si el virus tiene algo que ver en ello.

De la información a la que ha tenido acceso este periódico se deduce que la gran mayoría de personas que han decidido ‘instalarse’ en los pueblos son vecinos que ya tenían segundas residencias o que sus familiares y amigos residen en ellos, aunque también «se han animado familias que nada tienen que ver con la localidad», declara Roberto Cabezón, el alcalde de Cubo. En menos de medio año dos familias compuestas por 8 personas en total han comprado viviendas en la localidad con idea de comenzar una nueva vida. «Los adultos trabajan en Vitoria o Miranda y la distancia hasta allí no resulta demasiado larga», añade el regidor. Asimismo, ya no hay terrenos a la venta y los inmuebles disponibles para arrendar permanecen ocupados.

Pero el fenómeno no se ha producido por igual en todos los municipios. Oña, Frías y Busto destacan ligeramente por encima de la villa salinera, Cubo y la capital burebana. «De los nuevos empadronados en Poza en estos cinco meses de 2020 nadie ha manifestado que los motivos de cambiar su residencia a esta localidad se deba por las ventajas con las que cuentan los pueblos en época de pandemia», exponen desde el registro del Consistorio pozano. Nueve han sido en este caso los interesados en formar parte del censo de la localidad.

Sin embargo, en otros pueblos el miedo a que una segunda ola de coronavirus obligue a que la población tenga que volver a confinarse en sus domicilios, ha hecho que den ese paso. En el caso de Guillermo así ha sido. Este joven oniense pasó el estado de alarma en Burgos. «Lo de estar encerrado en un piso nada tiene que ver con pasar un momento tan delicado en una casa con terreno».

Gema tiene parte de su familia y amigos en la villa condal. Ha sufrido la pandemia alejada de los suyos en Madrid, «una agonía», según su testimonio. «Llevo en mi pueblo todo el mes de agosto teletrabajando y la verdad que es una ventaja. Lo único que el Ayuntamiento debería darse prisa en instalar a fibra óptica porque la velocidad de internet va muy lenta», aclara la aparejadora. En el caso de que el sistema de trabajar desde casa se instale en su empresa no descarta empadronarse en su pueblo. En la villa condal prácticamente se han duplicado los registros de vecinos, pasando de trece en el mismo periodo de 2019 a veinte.

Busto de Bureba ha sido el municipio de la comarca que más diferencia a contemplado respecto a otras temporadas. Durante el año pasado nadie decidió censarse aquí. En poco tiempo ya lo han hecho once. «No sé si relacionar este hecho al coronavirus o a que el pueblo dispone de unas buenas infraestructuras y conexiones para aquellos que se trasladan por motivos laborales», explica Julio Ruiz-Capillas, el alcalde. La apertura de las piscinas «ha atraído la atención de gente que otros años disfrutaban de las vacaciones en la playa», apunta.

En Frías la tendencia es similar. Doce individuos más son ya vecinos y esperan que se mantenga el ambiente de las calles de los pueblos tan vivas como este verano.