Un estudio cargado de inspiración

S.F.L.
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El artista guipuzcoano Jokin Miralles se trasladó a Cascajares de Bureba hace un año en busca de un lugar tranquilo donde pintar. Varias de sus obras se muestran en una doble exposición en Madrid

La Casa de Cantabria y la Euskal Etxea de Madrid acogen su obra hasta mediados de diciembre. - Foto: DB

Jokin Miralles lleva desde que tiene uso de razón dibujando. A sus 75 años, este guipuzcoano nacido en Zarautz ha conseguido que los cuadros de su última creación se muestren en una doble exposición en Madrid. Concretamente en la Casa Cantabria, donde en principio permanecerán hasta el 18 de diciembre, y en la Euskal Etxea, hasta el día 20. En total, 80 pinturas donde se plasman paisajes de su pueblo, Orio o Guetaria, que  se podrán contemplar hasta la semana que viene, aunque existe la posibilidad de que la exhibición se alargue.

Hace un año, Miralles y su mujer dejaron su casa de la playa de Deba y decidieron cambiar de aires. Buscaban un hogar en una localidad tranquila, bien ubicada y que tuviera un rincón para poder desarrollar su faceta creativa. Por casualidades de la vida acabaron en Cascajares de Bureba, un pequeño pueblo de La Bureba de apenas una veintena de habitantes.

Y fue allí donde sufrieron un flechazo con la que ahora es su casa. A pesar de ser vieja, tenía lo que el vasco necesitaba: una zona para instalar su estudio. Tras su jubilación, continúa dedicándose a su mayor afición: la pintura. Toda su vida ha girado en torno a ella. Desde sus primeros años en Zarautz a su juventud en Durango, e incluso en ‘las Américas’, donde se mudó una vez que terminó el servicio militar.

Una película tuvo la culpa, y es que Miralles quedó prendado de Brasil al verlo a través de una pantalla de televisión. Aprobó sus oposiciones como proyectista y con 23 años partió a dicho país con un contrato de trabajo bajo su manga. Durante 20 años realizó un periplo por otras naciones, donde adquirió grandes conocimientos, no solo de su profesión, sino «de la vida en general», declara el artista.

Tuvo cuatro sociedades y cien operarios a su cuenta como empresario de la construcción, pero debido a circunstancias, decidió volver a España y trabajar en un negocio familiar. Le costó una buena temporada adaptarse de nuevo a su país, a los cambios políticos vividos en los últimos tiempos y al estilo de vida. Pero los pinceles nunca los aparcó.

Tras instalarse en su nueva vivienda burebana, el artista ha seguido dibujando en su estudio de 150 metros cuadrados. «Los sueños hay que perseguirlos hasta el final y yo cumplí el mío con 73 años», afirma. A pesar de la serenidad que se respira en Cascajares, no le sobra el tiempo.

Se considera un viajero y manifiesta que ya conoce la provincia burgalesa «entera». Asimismo, otro motivo por el que eligió trasladarse a su nueva ubicación es por su afición a la micología. Disfruta mucho paseando por el monte recogiendo setas, aunque tiene un marcapasos y se siente algo «amarrado».

Gracias a unos amigos ha conseguido exponer parte de sus obras en Madrid, algo que no se había imaginado no hace muchos años. La temática variada de las dos muestras representan los lugares que más han marcado su vida. Para Miralles, la inspiración con la que ahora cuenta le ha venido con su «nueva casa, aislada en medio de los campos burebanos». Allí moran sus musas.