Los libros vuelven a la carretera

F. TRESPADERNE
-

El servicio de bibliobús, con estrictas medidas de seguridad y rutas más cortas, retoma la actividad tras 2 meses para satisfacción de sus ávidos lectores

El bibliotecario se pasó la mañana atendiendo las peticiones de los lectores, ya que no pueden acceder al bibliobús. - Foto: Valdivielso

Cualquier paso hacia la normalidad, por muy pequeño que parezca, no deja de ser un alivio, de momento solo para los que residen en los pueblos que se encuentran en la fase uno de la desescalada, y eso es lo que experimentaron este miércoles los vecinos que se acercaron al bibliobús para entregar esos libros y revistas que les han acompañado durante todo el confinamiento y que, por fin, pudieron devolver.

Desde el Centro Coordinador de Bibliotecas se decidió retomar este servicio, esta semana con rutas más cortas y horarios reducidos, avisando a los usuarios por teléfono de la llegada del bibliobús a sus respectivas localidades. Además de las zonas básicas de salud del Valle de Sedano y de Huerta de Rey, ayer el bibliobús llegó a la de Pampliega, con un recorrido que le llevó a Los Balbases, Iglesias, Revilla Vallejera, Valles de Palenzuela y Villazopeque.

El bibliotecario-conductor Ramiro Pérez Íñiguez, aunque no es la que realiza habitualmente, este miércoles se encargó de la de Pampliega y explicó que, a pesar de la dudas, los usuarios «están entendiendo como deben devolver los libros» y adaptándose a la nueva situación, que tiene como principal limitación el que no pueden acceder al interior del vehículo para ojear y seleccionar los libros que se quieren llevar. «Nos piden y, más o menos, tratamos de satisfacer sus peticiones, es un servicio a la carta», señala Pérez Íñiguez, tras un primer contacto con los usuarios.

La primera en llegar en Revilla Vallejera fue Lydia Mozos, estudiante en un instituto de Burgos, que entregó los tres libros que cogió una semana antes del confinamiento y retiró otros dos. Habitual de este servicio, como toda su familia, Lydia agradece la llegada del bibliobús y la posibilidad de iniciar nuevas lecturas. 

En Los Balbases, la primera en acercarse al bibliobús, «porque lo he visto desde la ventana», fue Verónica Ramos, que acudió con su bolsa y la de una vecina, ambas llenas de revistas. «Las teníamos desde hace 2 meses y como me encantan las manualidades, el ganchillo y el bordado, he vuelto a coger otras y para mi vecina revistas de cocina y cocina, además de Saber vivir, pero no se la puedo llevar porque no la tenía», manifestó Verónica, quien reconoció que durante el confinamiento se han intercambiado las revistas y ha realizado muchas muestras de ganchillo, «de hecho estoy haciendo una colcha muy bonita, me gustan la labores». 

Protocolo. Los servicios que se ofrecen en estos días desde el bibliobús, siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Cultura, son los de devoluciones y préstamos. Para las primeras, el encargado del bibliobús habilita una caja en la que los usuarios dejan el material que devuelve y al finalizar la jornada esa caja se cierra. «En la misma se pone la fecha y se dejará en la nave de Valdechoque con el materia en cuarentena y cuando pasen esos catorce días se devolverá y se colocará en su lugar», señala Carmen Monje, directora del Centro Coordinador de Bibliotecas.

Lo más complejo, a priori, aunque a juzgar por como se desenvolvieron los usuarios no lo fue tanto, son los préstamos, que se realizan a petición del lector y es el encargado del bibliobús el único que puede acceder al interior para entregar al usuario el material. «En ningún momento el usuario puede acceder al interior del bibliobús porque en el caso de que accediera sería necesario desinfectarlo en cada parada y no contamos con medios para poder hacerlo», apunta Monje, quien tras esta semana ‘de prueba’ espera que la próxima, con más zonas básicas de salud en la fase uno, se pueda habilitar nuevas rutas e ir recuperando, poco a poco y siguiendo el protocolo de seguridad, la ‘normalidad’ de un servicio con usuarios muy fieles.

La llegada del bibliobús a los pueblos, en una situación como la actual, no deja de ser una señal más que la provincia vaciada, esa que permanece confinada todos los inviernos hasta la llegada de la primavera, está recuperando el pulso y volviendo a la vida, en este caso a través de los libros y la lectura.