Los mejores profesores de empatía

Adrián del Campo
-

La pasión de Eva por los animales le ha llevado a convertir su hogar en casa de acogida, en la que sus hijas crecen en valores

Eva, Cloe, Dalí, Tania y David, en el sofá de su casa. - Foto: A. del Campo

Huellaranda es una protectora pequeña, compuesta por nueve personas que trabajan de forma altruista y que no recibe ningún tipo de subvención, ni siquiera del Ayuntamiento, por eso es tan importante la colaboración de los voluntarios. La asociación se dedica a recoger y atender a animales abandonados, principalmente perros y gatos. También realizan el protocolo de esterilización de los mininos silvestres y son muy exigentes con las condiciones de los seres vivos recogidos. Por eso no pueden asumir un gran número de animales. Tras una primera atención veterinaria, a las mascotas se les busca un hogar donde residir, al menos eventualmente, sino lo encuentran, son enviados a residencias, donde corren el peligro de "caer en el olvido", además de suponer un gran coste para la protectora. Por eso en Huellaranda insisten en la importancia de tener casas de acogida. "Siempre necesitamos más", afirman desde la asociación.

Eva es una de las voluntarias que ha convertido su hogar en una casa de acogida. Lleva desde 2014 ofreciendo su vivienda y desde entonces ha alojado a seis perros y una gata, Nala, que definitivamente adoptó. De esta forma, su familia -su pareja David, y sus dos hijas, Tania y Cloe- se ha acostumbrado a convivir con diferentes inquilinos de cuatro patas. Hecho que Eva celebra porque que sus hijas crezcan con la compañía de animales le ayuda a educarlas en valores. "Si tienen empatía con los animales van a tener mucha más empatía con las personas. Van a ver el mundo de una manera totalmente distintas", destaca.

Los valores con los que están creciendo Tania y Cloe los ejemplifican ellas mismas cuando ven un perro en la calle y preguntan a su madre si está abandonado, o se preocupan de dejar una manta a Dalí, el perro que lleva un año con ellas. También han asimilado bien el hecho de que no son sus mascotas, sino que un día se irán a otro hogar. Eva admite que se forman vínculos muy especiales entre ellas y los animales, pero que "no por ello van a tener una depresión" cuando se vayan. Al contrario, le preguntan cómo está Niebla o Pinpón o en un futuro Dalí, cada uno de los cuales les habrán enseñado una lección y les habrán dejado un bonito recuerdo. El de los mejores profesores de empatía.