‘La pelota ya está situada en el centro del campo; puntapié y…¡comienza el partido!. Todos se mueven, van en busca del balón. Ahora está en posesión del equipo negro. Todos corren hacia él. Los jugadores más potentes del equipo blanco consiguen placar al contrario y logran robar el balón. De repente, cae en sus manos. Ella empieza a correr, sin parar, sin mirar atrás. A los lados y tras su espalda va notando cómo van cayendo jugadores al suelo. Sus chicos son buenos y consiguen defenderla cuando alguno se le acerca a arrebatárselo. Sigue corriendo, más y más. Está cerca, casi lo tiene. Un poco más y… ¡ensayo!’.

Esa soy yo y ese es mi equipo. Un equipo sin el que no hubiese podido llegar hasta aquí. Un equipo formado no sólo por los jugadores que están en el campo, sino por muchos más; el banquillo está repleto y ellos han ido entrando y saliendo del terreno de juego según los he ido necesitando. Sólo ha hecho falta una señal, un silbido y lo han hecho. Sin condiciones, sin esperar nada a cambio; algo que les honra profundamente.

Mi equipo se ha encargado, día a día, de que yo haya conseguido marcar ensayos y vencer; vencer paso a paso, partido a partido. Ellos han detenido al contrario una y otra vez para que yo pudiera seguir corriendo hacia delante sin soltar la pelota. A veces ha costado mucho, he sido placada en algunas ocasiones pero me he vuelto a poner en pie, he recuperado la pelota y he seguido corriendo. Con ello, hemos logrado llegar hasta donde estamos, sin perder la fuerza ni la esperanza.

Pero la Liga no ha terminado; se acerca el partido más importante. Lo disputaremos juntos apenas en unos días, en unas horas; la cuenta atrás ya ha comenzado.

Estamos todos listos; yo estoy lista. Vamos a demostrar al adversario de qué pasta estamos hechos. Saldremos al campo y danzaremos nuestro particular haka como si de los All Blacks se tratara, gritando al viento con más fuerza que nunca eso de ‘¡Fuerza y Honor!’. Y con ello demostraremos al mundo nuestras ganas de luchar y de vencer.

La pelota volverá a situarse en el centro del campo; todos nos colocaremos tras ella esperando que alguien la golpee; en ese instante comenzará el juego, y yo recibiré ese balón ovalado como en cada partido y no lo soltaré por nada del mundo. Y correré, correré hacia la línea de fondo y esquivaré los placajes y no dejaré que me derriben. Y llegaré, llegaré y marcaré el ensayo más importante de todos hasta ahora; el que significará una nueva vida. La que me está esperando.