La hostelería acusa el efecto frontera por el cierre de CyL

R.C.G.
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La pérdida de clientes de localidades limítrofes agudiza la crisis del sector en Miranda

La climatología tampoco acompaña para el uso de las terrazas. - Foto: Jesús J. Matí­as

La decisión de la Junta de prorrogar el cierre perimetral de la comunidad hasta mayo tiene un impacto directo en la economía mirandesa. La hostelería es la que más acusará el efecto frontera, sobre todo los restaurantes, ya que muchos de sus clientes proceden de localidades limítrofes. En los últimos meses ya han notado el descenso  y temen que a partir de ahora la situación se agrave, lo que repercute directamente en la caja mensual. 

«No es muy comprensible que podamos irnos a Salamanca y nos impidan cruzar a Rivabellosa; creo que no se tienen en cuenta las realidades de las ciudades limítrofes», asegura Iñigo Ruiz, de La Vasca. Su local es un emblema de la ciudad  e históricamente los días con más reservas han sido siempre los fines de semana, ya que se nutre de la gente de los pueblos del entorno que vienen a Miranda a comprar o que visitan la ciudad solo para comer en el restaurante. También de quienes lo hacen por otras circunstancias, «como pasar la ITV de los coches o los que con la excusa de hacer algún trámite en la ciudad ya se quedan a comer», explica. Ese goteo de clientes hace meses que se ha reducido al mínimo y ahora lo hará más. 

«Llegamos ya tocados después de un año muy duro y no parece que las noticias con las que hemos empezado el nuevo sean muy optimistas», asegura Pepe Rey, presidente de la asociación de hosteleros, quien destaca el peso que para los bares tiene la zona de influencia de Miranda. «Pueblos como Rivabellosa, Berantevilla o Haro son para nosotros mirandeses a efectos de clientela porque es común que venga gente de ellos a hacer la ronda a la ciudad». El toque de queda ya casi imposibilita que se puedan dar cenas, pero el cierre perimetral «es la puntilla hasta mediados de año». 

Leve impulso. La imposibilidad de salir de la comunidad debería causar el efecto contrario en el comercio, ya que evita la fuga de clientes a las grandes superficies de Vitoria. «En la campaña navideña quizá sí que  lo hemos notado un poco, sobre todo en las compras de última hora, pero el resto de meses apenas ha tenido incidencia», asegura Fernando Zatón. 

El presidente de Acecaa apunta a las compras por internet como el principal enemigo del pequeño comercio, más que los grandes centros comerciales o que la competencia de las capitales cercanas. «Hace tiempo que el incremento de esta modalidad de consumo nos viene golpeando fuerte y con la pandemia se ha agravado porque  el confinamiento o ahora el cierre perimetral tienen un efecto psicológico en los clientes. Más que las restricciones que conllevan  las medidas que se adoptan, lo que a nosotros nos mata es la idea que cala en la gente de que no tiene que salir de casa».