De casetas a gastronetas y como porque me toca

A.S.R.
-

La feria de tapas con 22 puestos en la plaza de España, Plaza Mayor y paseo de Atapuerca y las seis furgonetas culinarias aparcadas en las Llanas componen el menú de las fiestas

La ubicación de la feria de gastronetas en las Llanas junto a la Catedral resulta un marco ideal para esta iniciativa que celebra su segunda edición. - Foto: Patricia González

Dos platos a elegir, o para quedarse con ambos, componen el menú de los Sampedros: Feria de Tapas, que, después de 15 años, se erige en la propuesta clásica, y Feria de Food Trucks, que, con dos ediciones en cartel, se presenta como la novedad. Los burgaleses, con ganas de exaltar la amistad y exprimir las buenas temperaturas que se están registrando estas fiestas, se echan a la calle como si no hubiera mañana. Hacen a tapas y a gastronetas. A dos carrillos. Más de noche que de día. Más en fin de semana que a diario.

Aunque hay gente para todo y ayer, antes de que rayos y truenos descargaran su furia, algunos aprovechaban la presumible tranquilidad de un miércoles para honrar a San Pedro y San Pablo, un almuerzo interrumpido por la tormenta que no miró a los lados. Pero antes de que cayera el agua, salió el sol.

Y Beatriz, Natalia, Violeta y Diego quedaron para celebrar el 30 cumpleaños de la primera. Son las dos de la tarde y se han agenciado una mesa sin dificultad. La cosa está en calma. La parada en la Plaza Mayor les servirá de aperitivo para después dar cuenta de la comida principal en las gastronetas. ¡Quién les manda elegir pudiéndose quedar con las dos!

Cremoso de setas con jamón fue su primera elección, aunque a ellos les parecía más una croqueta deconstruida. Tosta de solomillo y su crujiente de bacón, Rollito de changurro y frutos de mar, Palomitas de gorrino con aires de chorizo, Burrito de San Pedro, Lagarto ibérico con patatas y salsa de mojo picón... son otros de los pinchos ofertados (tapa y bebida por 2,5 euros).

Los cuatro admiten que son habituales en las casetas, pero también convienen al afirmar que la diferencia de los últimos años con los primeros es abismal. «Nos esperábamos algo más, al final te encuentras tigres, croquetas y perritos, lo más simple. Van a lo fácil, cosas baratas y que llenen, aunque entendemos que es difícil hacer algo elaborado en una caseta, pero se comen poco la cabeza», dicen y apostillan que hablan en general, «luego siempre hay alguno que te sorprende».

A pesar de todo, saben que repetirán. «Porque venimos con distintos grupos de amigos, con la pareja, con la familia y hasta un día nos juntamos todos los de la cuadrilla, que somos un montón», toma la palabra Natalia.

La apreciación de que cada año va a menos se escucha tanto fuera como dentro de la barra.

«Floja», sueltan casi al unísono Carla, Sofía y Cristina, camareras del Buenos Aires, bar que durante estos días se traslada de Villafría a la plaza de España, cuando se las pregunta por cómo está yendo. Responsabilizan de la menor asistencia al excesivo calor (y, ojo, que su jefe es sevillano y ha puesto pulverizadores en la caseta para mitigarlo) y la caída del día de San Pedro en fin de semana.

Las tres han trabajado en años anteriores en las casetas y coinciden en afirmar que está «en decadencia». Solo Juani, la cocinera, sevillana, que vive sus primeros Sampedros, está encantada con esta feria tan distinta a las que viven en tierras del sur: «No tienen nada que ver, allí son muchas casetas y una variación grandísima de comida. Aquí es mucho más tranquilo, pero esto está muy bonito, a mí me gusta mucho».

Cada uno cuenta la feria como le va. Y para Pedro, del Mesón Froilán, va bien. Y el calor ha sido aliado. «Hay mucho ambiente de calle y el tiempo nos está respetando, que es fundamental para que podamos trabajar y los burgaleses salgan de casa», resume este hostelero que ha participado en esta actividad desde que se puso en marcha hace 15 años, primero en la Plaza Mayor y después en la de España. No se atreve a decir que es el único que se mantiene fiel, pero sí de los pocos.

Preguntado por la controversia surgida, con voces que hablan de modelo acabado y que urge una reinvención, Pedro apunta que es normal que en tantos años todo varíe y que unos empresarios lo dejen, entren otros y hasta que se independicen del Ayuntamiento (desde hace dos años la organizadora es una asociación de hosteleros). «Ha habido momentos mejores y peores, pero nos quedamos con que las casetas como los toros o los fuegos ya forman parte del programa. Tienen tirón», concluye.

Camino de ello avanza la Feria de Gastronetas, también de iniciativa privada, que vive su segunda edición con seis vehículos, dos más que el año pasado, más el de las bebidas. Banderines de colores, bombillas y el aire vintage de estas furgonetas tuneadas y su ubicación en las Llanas, junto a la Catedral, imprimen atractivo a este foco gastronómico en auge.

Muchos llegan buscando la hamburguesa, pero acaban encontrando algo más, porque aunque esta es la reina, la carta es variada. Desde los famosos pinchos de tortilla del Bella Vista, que es la primera vez que pone ruedas a su plato estrella y, según Javier, su responsable, se están pensando si hacerle más kilómetros a este restaurante móvil acondicionado expresamente para San Pedro, al Mollete de pastrami con vinagreta y salsa parmesana del Norte Gastrobar o el Perrito bockwurst en pan rústico y salsas del Maridaje’s.

También, claro, la hamburguesa. Después de tantas, pocos secretos tiene para Víctor, Adrián y Samuel, que atienden La Jamada. «Está siendo un boom, sobre todo la no picante, que con estos calores...», aventuran.

Dan fe Ana y Lucía, madre e hija, después de chuparse lo dedos con la dulce. «Están muy buenas». Han sido infieles a las casetas y no se arrepienten para nada. Al contrario. Aunque al final, el día a día las arrastra también hasta las tapas, tienen claro quienes ganan la batalla. «Éramos de casetas, pero la calidad ha bajado muchísimo y las food trucks están fenomenal».

Aunque, de momento, todo son parabienes, las gastronetas ya arrastran alguna crítica, tímida, pero hayla. La más repetida, la falta de mesas que obliga a vagabundear por la zona en busca de un lugar donde dar cuenta del condumio, que, de eso se trata. Y de brindar por San Pedro, y de bailar con la música en directo... y de encontrarse.