Poco más de siete meses han pasado desde la última visita del misionero comboniano Jesús Ruiz Molina (Cueva de Roa, 1959) a la provincia, pero en ese tiempo han ocurrido varios hechos muy relevantes en la República Centroafricana, el país al que se dedica en cuerpo y alma como obispo auxiliar de Bangassou: el asesinato de la religiosa burgalesa Inés Nieves Sancho y la matanza de 53 personas al norte del país por uno de los grupos que el pasado febrero firmaron en Sudán el acuerdo de paz que, se suponía, iba a poner fin a siete años de guerra entre grupos musulmanes y otros a los que los medios tildan de cristianos, aunque, según destaca Ruiz, no son tales. Y aunque todo apunta a que la muerte de la misionera burgalesa no tiene relación con la guerrilla y sí con los rituales mágicos, estos sucesos vuelven a ser motivo de preocupación, como relata en esta entrevista hecha por teléfono.

¿Qué ha cambiado en República Centroafricana desde su última visita a Burgos?

El 5 de febrero se firmó un tratado de paz en Jartum, en el Sudán, entre todos los grupos armados y el gobierno. Todo el mundo se comprometía a dejar las armas, respetando la integridad del país y luchando contra la impunidad. En este diálogo, todos los jefes de guerra se han convertido en consejeros presidenciales, con mucho dolor para la gente porque son auténticos criminales y esperemos que la Corte Internacional algún día los juzgue. Pero ahora era la única manera de que pararan las armas.

El documento nos dio mucha esperanza y hubo calma hasta la semana pasada, cuando falleció la hermana sor Inés Nieves y, dos días después, hubo una masacre en el norte: 53 personas a manos de uno de los grupos que firmó el acuerdo de paz. Así que todo el mundo está pendiente de si va a haber una revancha o si el proceso iniciado en Jartum puede continuar. Lo de la hermana, no obstante, no se sabe, pero probablemente no sea una cuestión de guerrilla.

¿Ha reivindicado alguien su muerte en estos días?

No, no se sabe nada en detalle y será difícil. Lo más probable es que fuera un rito mágico. [Sor Inés] Vivía en una zona minera, donde hay mucho diamante y oro, y se cree que si la sangre de una persona ‘pura’ se vierte sobre la tierra, ayuda a encontrar los diamantes. Es un rito frecuente. Pero son hipótesis.
Cuando vaya [a Burgos] celebraré una eucaristía en el pueblecito de la hermana [Avellanosa de Muñó] para estar con su familia.

¿Dice que este tipo de asesinatos rituales todavía son frecuentes?

Sí, lo de la brujería es algo que se le escapa a una mentalidad occidental, pero el africano, cuando hay algo inexplicable como una muerte repentina o una desgracia, tiene que buscar una causa. Y lo más fácil es acusar a una persona indefensa, casi siempre mujeres ancianas, viudas o que no han tenido hijos, de que se ‘han comido el alma’. La brujería es una de las cosas contra las que más luchamos porque, cuando acusan a una persona, está sentenciada de muerte y, de hecho, tenemos dos centros con personas protegidas por nosotros. Pero los ritos mágicos, un poco satánicos, están viniendo por influencia de Camerún. Son frecuentes para encontrar fortuna y, aunque no tenemos ninguna prueba, que no se encontrara sangre alrededor y que la vaciaran, da muchos indicios.

¿Hay interés de las autoridades por solucionarlo?

Será muy difícil. La única ventaja es que sor Inés tenía nacionalidad francesa y española y los franceses, aunque aquí no se les puede ver, inmediatamente enviaron un delegado para investigar. Pero en un país que lleva siete años en guerra, los servicios de autoridad no existen por ningún sitio.

Los ataques a misioneros no son nuevos, pero ¿es frecuente que los impliquen en rituales?

Cuando estás en un sitio donde llueven balas, no es que seas misionero, es que estás en el lugar. Y los ritos existen, pero, que sepamos, nunca habían tocado al personal religioso. Pero el encontrar sangre ‘pura’, como ellos llaman, de una persona consagrada a Dios, pues quizás haya sido el móvil. Pero, ya digo, son hipótesis. No se sabe.