Hasta hace no mucho tiempo provocaba cierto respeto introducir los datos de la tarjeta de crédito para realizar cualquier tipo de transacción por internet. No importaba la confianza o la seguridad que ofrecieran las empresas comercializadoras, bien fuera la panadería de la esquina o una aerolínea coreana, porque no terminábamos de fiarnos. Una vez superado ese primer filtro, las compras online se han disparado hasta el punto de que las marcas de ropa, de telefonía o los operadores turísticos nos bombardean a diario con sus seductores productos. Es tal la oferta, que los cibercriminales han logrado camuflarse para llevar a cabo estafas a clientes algo descuidados. Promocionan chollos en un mercado tan competitivo que el más mínimo detalle hace al internauta decantarse por esa opción. Pero nadie da duros a cuatro pesetas y de ahí que los timos bancarios se hayan multiplicado por ocho en el último año en la provincia de Burgos, según las estadísticas del Ministerio del Interior. Tanto desde la Comisaría de Policía Nacional como desde la Fiscalía están alertando a la sociedad de este preocupante repunte, al tiempo que trabajan para intentar adelantarse a los engaños que cada día surgen en las redes.

En 2019 se denunciaron en la provincia de Burgos 851 estafas a personas que usaron sus tarjetas de crédito en internet, un tipo de delito que abarca la mitad de los casos de cibercriminalidad que asumen al año las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Sumaron casi 800 más que el año anterior y el espectacular crecimiento en el último lustro es especialmente preocupante. El problema, advierten fuentes policiales, es que hemos pasado de un extremo de desconfianza total al comercio online a descuidar todo tipo de seguridad.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)