El miércoles de mercado no anima la hostelería lermeña

I.P.
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Obligados de nuevo a cerrar el interior de los establecimientos por la alta incidencia de contagios en la villa, los dueños de bares y restaurantes no ocultan su desesperación y cansancio y piden que lleguen las ayudas prometidas al sector

Poca animación en la terraza del bar El Círculo, pese a estar junto a la Plaza Mayor, donde se instala el mercado. - Foto: Miguel Ángel de la Cruz

«Hay esta animación porque es miércoles, día de mercado, y Lerma atrae este día a muchos vecinos de la comarca, pero ven mañana y verás lo que te encuentras». Como si lo hubieran hablado entre ellos, como si hubieran consensuado la misma respuesta, esas eran las palabras que salían ayer de la boca de los hosteleros de la villa que afrontaban el segundo día de cierre del interior de los establecimientos, obligados por la Junta ante la alta incidencia de casos de covid-19 acumulados, 1.182 en los últimos 14 días y 867 en la última semana. Así permanecerán hasta el próximo día 27, siempre que la incidencia baje.

Con los restaurantes cerrados y  los bares que carecen de terraza también, los dueños del resto de los establecimientos atendían a los clientes que iban llegando en las terrazas, agradecidos al menos de que el día hubiera salido bueno, lo que también ayudó a que la gente de los pueblos se acercara al mercado y aprovechara la mañana para hacer gestiones y comprar, porque los hosteleros reconocen que la pandemia ha provocado que durante este último año la afluencia de gente ha mermado mucho los miércoles. 

Mientras van preparando y sirviendo los cafés de media mañana, los dueños de los bares no ocultan su desesperación, su cansancio por este situación, por estar a expensas de unos datos que les tienen en vilo, «ahora nos cierran, ahora nos abren, así no se puede sacar el negocio». Aseguran que están mentalmente cansados, que económicamente están sufriendo y reclaman las ayudas prometidas para aminorar pérdidas, y menos mal que están exentos de la cuota de la Seguridad Social, afirman, y que desde el Ayuntamiento se les ha dejado ampliar las terrazas. Algunos preferían no hablar «para no lamentar después haber abierto la boca y decir lo que pienso realmente», afirmaba el dueño del Capri, que tiene una buena terraza resguardada. En ella tomando un café se encontraba Fernando Guinea, él también hostelero; su establecimiento, La Audiencia, es de copas, de noche, y está pasando mal año porque con el horario de cierre a las 22 horas no le compensa abrir. 

Anímicamente muy bajo está Iñaki Abad. Ayer era el último día que servía cafés en El Pícaro, en la Plaza Mayor. Echa la persiana al bar porque no le es rentable con la limitación de aforos y porque viene acumulando gastos y deudas todo el año, sin recibir las ayudas. Con 3 mesas en terraza, apenas saca para pagar la luz, por el alto coste del alquiler. En todo caso, no renuncia a la hostelería y explica que está negociando con los dueños de otro establecimiento, ahora cerrado, con mucho más espacio de terraza, «si llego a un acuerdo con el alquiler, lo reabriremos», añade, mientras se queja de que a los hosteleros les imponen medidas que no obligan a otros sectores. «Hace unos días llegó un autobús repleto de 70 personas». 

En la amplia terraza de El Círculo se sienta a tomar un tentempié María Ángeles Cabot, una sevillana que vive en Espinosa de Cerrato cuidando a personas mayores. Ayer, aprovechando el día de mercado se acercó a la villa para hacer recados, ir al banco, a la farmacia. Es lo habitual cada semana. Ella prefiere estar al aire libre tomando el café, y Javier Pecharromán, el dueño del bar, está resignado ante el cierre del interior, y asegura que son los hosteleros los más perjudicados con las medidas que se toman por la incidencia, pero añade que otros están peor que él y casi le cuesta hasta quejarse, pensando en los restaurantes cerrados.

En la plaza del Mercado Viejo, espera a que se vayan acercando clientes Rafael Nebreda, del Ralda. Asegura estar harto, «pero es lo que hay», añade, aunque cree que es injusto que se ceben con los bares «cuando somos los que más cumplimos los protocolos, tomamos todas las medidas en cuanto a aforos y distancias y en cuestión de higiene». Dice que se notan los miércoles, pero eso no es suficiente, «Lerma es una localidad de turismo y sin él no podemos salir adelante, con los lermeños y los de la zona solo imposible», se lamenta este hostelero que tiene una buena terraza con 14 mesas. En enero y febrero estuvo cerrado porque no compensaba la terraza, y dice que Lerma ya no es ni los miércoles lo que era antes.

El Galoria, en la calle Mayor cierra en esta época lunes, martes y miércoles. Su propietario, Gustavo González, trabajaba ayer en mejorar la terraza, en la que ha hecho una importante inversión en toldos, jardineras e iluminación. Asegura que el restaurante ha estado funcionado bien, pero que echa de menos a los madrileños y vascos, y agradece la fidelidad de muchos burgaleses. Ahora se centrará en la terraza, «que nos está salvando», y espera que el ritmo de vacunaciones vaya creando inmunidad y que todo vuelva a la normalidad. «Es muy fácil cerrar cuando disparas con pólvora ajena, cuando las pérdidas las tienen que asumir los hosteleros», añade y cree que no se reconoce el esfuerzo del sector.

En la Plaza de los Mesones había más ambiente; con el parking y el supermercado es la última parada antes de volver a casa, y aprovechan para tomar algo, como ayer Inés, su nuera y un tío (de Cebrecos) en el Docar, donde su dueño, Raúl Solano, no ve justo que se cojan los datos de toda la zona de salud para cerrar el interior de los bares solo de Lerma. Pide que lleguen las ayudas, «la primera la del Consistorio». Guillermo Barón, de El Puchero, está desanimado. Hizo una fuerte inversión en el bar nuevo hace 2 años y esta situación no está ayudando a rentabilizarlo. Tiene a 2 trabajadores en ERTE y se queja de que el Ayuntamiento no cambie la ordenanza para que los hosteleros cierren las terrazas y salven los negocios, «porque con el tiempo bueno bien, pero si no tampoco son rentables», se queja.