Dice que su abuela murió «por dejadez del médico» en un tiempo -hace unos 35 años- en el que «se pasaba mucho del tema». Porque a pesar de tener un bulto en el pecho y empezar a perder peso a ojos vistas, el profesional decía una y otra vez que aquello «no era nada». Y vaya si fue. Un cáncer de mama que le costó la vida. Luego su madre padeció -y por suerte superó- a los 54 años la enfermedad, a la que se enfrentó con un aplomo que a María Ortega aún hoy le conmueve: «Nunca la vi llorar y no se quejó ni un poco, yo la oía vomitar algunas noches pero me decía que no era nada. Solo pensaba en sus hijas, en mi hermana y en mí, porque también habían padecido este cáncer hermanas de mi abuela y varias primas suyas. Así que se puso en contacto con la Unidad de Consejo Genético y el doctor Enrique Lastra se preocupó mucho por nosotras. Lo primero que se decidió fue que en cuanto hiciéramos 30 años nos haríamos la primera mamografía».

María, que es la mayor de las dos, se quedó embarazada a esa edad, por lo que esperó a terminar con el periodo de lactancia y a que su hermana los cumpliera un par de años después y las dos fueron juntas a la prueba. «Cuando llegamos a solicitarla, un doctor de Patología Mamaria -que luego fue el que me operó- nos echó en cara que hiciéramos ese gasto a la sanidad pública porque nos dijo que éramos muy jóvenes para hacérnosla a pesar de que nosotras íbamos por consejo del oncólogo, un comentario muy desafortunado que luego le podía haber recordado pero no lo hice. En esa mamografía me detectaron el tumor y así empezó todo».

(Su testimonio completo y el de otra mujer joven también con cáncer de mama, hoy en la edición de papel de Diario de Burgos)