Riesgo máximo de incendio en los montes por las lluvias

F.L.D.
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Desde enero hasta ahora se han producido más fuegos forestales que hace un año pero se ha calcinado menos superficie. Se espera que en menos de un mes se incrementen los siniestros

La limpieza de las masas arbóreas es fundamental para reducir las posibilidades de que se produzca un fuego, especialmente si el terreno está seco. - Foto: Alberto Rodrigo

Que una primavera sea extremadamente lluviosa tiene su parte buena y su parte mala. Por un lado, el agua dejará verde la hierba durante mucho más tiempo y será más difícil que los bosques ardan. Sin embargo, en algún momento llegará el intenso calor que convertirá la vegetación en rastrojos y cualquier chispa terminará por desatar el incendio. El agua caída durante los meses de abril, mayo y este junio favorece precisamente a que en la actualidad nos encontremos en esta tesitura. 

Todo hace pensar que será un verano complicado, especialmente los meses de julio y agosto. Hasta ahora, se han producido más siniestros que hace un año, pero la superficie quemada es mucho menor. Lo ocurrido en 2020 es el claro ejemplo de que en materia de incendios no hay certezas. El estío se avecinaba difícil por varias razones. Con la población confinada durante tres meses, el bosque se tornó silvestre. No se pudo limpiar como en ocasiones anteriores y las lluvias de primavera generaron una masa de hierba que amenazaba con convertirse en gasolina para el fuego. No fue así. Fue un año relativamente tranquilo, en el que según los datos de la Junta de Castilla y León se produjeron 72 incendios en los que ardieron 390 hectáreas, más de 100 menos que en 2019.

 Si bien Las Merindades se llevaron la peor parte justo antes incluso de que comenzase la campaña. A destacar también el siniestro ocasionado por una máquina en un terreno agrícola de la carretera de Arcos. Las llamas acecharon durante horas las viviendas de la Cellophane, aunque la rápida intervención de los Bomberos evitó que hubiera desalojos en el barrio. También reseñable, por lo curioso, fue lo ocurrido en Santa Cecilia, donde un tren de mercancías fue dejando a su paso chispas que desembocaron en un fuego que se llevó por delante varias hectáreas de rastrojos.

 Hasta el mes de abril, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente ha informado de 39 siniestros, la mayoría conatos. Son casi el doble que el pasado ejercicio, pero la superficie quemada es menor (172 hectáreas por las 218 del mismo periodo de tiempo el pasado año). Estos días arranca la temporada de pelusas de los chopos, que siempre generan problemas, tal y como recuerda Esaú Escolar, portavoz de la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla y León (Apamcyl). Más allá de incidentes provocados en su mayoría, está siendo un inicio de campaña bastante tranquilo. 

«Creemos que con el agua caído durante la primavera aguantaremos sin mucho trabajo hasta mediados de junio», opina Escolar, quien no pierde de vista el verano. «En cuanto empieza a hacer más calor todo se vuelve imprevisible. Lo lógico es que la hierba se seque y se convierta en combustible, pero a lo mejor sigue lloviendo y no hay tanto riesgo», señala. 

Desde luego, por estadística, los meses de julio y agosto son los menos lluviosos. De hecho, recuerda el portavoz de Apamcyl, la probabilidad de que caiga una gran cantidad de agua en los meses centrales del verano es muy remota, más allá de tormentas que no dejan de ser un problema más. No hay que olvidar que gran parte de los siniestros están provocados por rayos que caen en el campo, bien sea agrícola o en el bosque. 

Tampoco es necesario remontarse mucho en el tiempo para encontrar un año que terminó siendo especialmente tranquilo. 2018 fue histórico en cuanto a cifras, pues no hubo incendios de gran relevancia y fue en el que menos superficie se quemó en una década. Claro que el ejercicio anterior fue especialmente malo y hace dos también estuvo movidito. Se ha ido cumpliendo, de hecho, una curiosa dinámica en la que un año malo sucede a uno bueno y viceversa. Si nos atenemos a este dato, cabría pensar que el de 2021 será un verano en el que las patrullas forestales tendrán bastante trabajo.