El aislamiento y la soledad, la otra cara de la pobreza

SPC
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La pobreza extrema se mantiene y afecta a más de 35.000 personas en Castilla y León. Cruz Roja advierte de que la situación de los sectores más desfavorecidos tiende a cronificarse.

Un hombre pide dinero y comida en una calle de una capital de la Comunidad. - Foto: Luis López Araico

Los niveles de pobreza en Castilla y León apenas varían y la recuperación económica no llega en la medida de lo esperado a la población. Así lo refleja el número de personas en situación de extrema vulnerabilidad atendidas por Cruz Roja en Castilla y León, un total 35.184, que con datos actualizados hasta septiembre aún necesitan recibir algún tipo de ayuda. No obstante, la cifra de 38.491 atendidos hace un año cayó ligeramente en 3.307, un 8,6 por ciento menos. A su vez, en el periodo interanual contabilizado descendieron las intervenciones totales en distintos apartados, pasando de 70.580 a 61.744, con 8.836 menos, lo que supone una bajada de un 12,52 por ciento.

Los programas se centran en el apoyo a la prevención de la exclusión en tiempos de crisis, atención integral a personas sin hogar, ayudas urgentes a las necesidades básicas y prevención de la exclusión residencial. «Se trata de sostener la situación de los colectivos más vulnerables ya que las personas con mayores niveles de pobreza beneficiarias, pese a lo que reflejan los datos macro económicos, todavía no ven salida y, en muchos casos, la situación tiende a cronificarse», tal y como detalla a Ical la directora de Intervención de Cruz Roja en Castilla y León, Reyes Revellado.

Según los datos facilitados por Cruz Roja, la atención a quien sufre pobreza extrema sigue siendo una prioridad en 2019 y durante los primeros nueve meses un total de 8.185 personas de la Comunidad recibió atención urgente en necesidades básicas, se distribuyeron alimentos a 12.715 a través del Fondo de Ayuda Europea para las Personas más Desfavorecidas (FEAD) y se prestó atención integral a más de 2.700 personas sin hogar.

Revellado añade que hay otros temas, además de la pobreza, a los que se intenta dar salida como el aislamiento y la soledad, vinculados habitualmente a un sector de población mayor pero que se extienden a personas de menos edad y con carencia de recursos económicos. «El no disponer de fondos para socializar, por ejemplo poder salir a tomar una caña con amigos o acudir al cine, genera aislamiento en gente que antes de la crisis disfrutada de un ocio compartido. El no querer que se sepa que pasan necesidad genera situaciones de estrés y depresión que tratamos de paliar en Cruz Roja dando a estas personas herramientas adecuadas que les permitan enfrentarse a estas situaciones», arguye.

Las consecuencias de la precariedad aún persisten para muchas personas y familias y sólo en 2018, Cruz Roja Española en Castilla y León atendió a más de 100.000 personas desde sus programas de intervención social. De ellas, más de 65.000 de ellas estaban en situación de extrema vulnerabilidad y recibieron apoyo mediante respuestas específicas.

Así, la ONG aporta ayudas económicas para el pago del alquiler, luz y gas, o entregas de alimentos y material escolar que se combinan con otras acciones como el apoyo educativo, las actividades de acompañamiento o la formación en competencias para un encontrar empleo que permita a las personas en situación de vulnerabilidad extrema mejorar su situación.

Apoyos complementarios

También se imparten talleres de economía doméstica, interpretación de facturas, acompañamiento en bancos para renegociar deudas con voluntarios especializados o la intermediación para negociar un bono social con las comercializadoras de luz y gas. «En suma se trata en todo momento de complementar esta intervención y dar a estas personas un apoyo integral, atacando no sólo la solución si no el problema», apunta Reyes Revellado.

Por provincias, en todas bajó la cifra de personas en situación de extrema vulnerabilidad salvo en Salamanca con 156 más (pasando de 1.571 a 1.727 con un aumento de un 9,93 por ciento). Por el contrario, los descensos los encabezó Zamora en un -33,58 por ciento (de 3.606 atendidas doce meses antes a 2.395, con 1.211 menos que en 2018); Ávila en un -31,64 por ciento (de 1.400 a 957, con 443 menos); Segovia en un -20,30 por ciento (de 734 a 585, con 149 menos); León en un -12,91 por ciento (de 4.623 a 4.026, con 597 menos); Burgos en un -9,17 por ciento (de 6.153 a 5.589, con 564 menos); Palencia en un -8,12 por ciento (de 2.156 a 1.981, con 175 menos); Soria en un -4,83 por ciento (de 2.939 a 2.797, con 149 menos); y Valladolid en un -0,99 por ciento (de 15.330 a 15.178, con 152 menos).