El capitán del Hereda San Pablo no quiere meter presión a sus compañeros, pero es consciente de que esta no es una final cualquiera. Todos lo son. Es el encuentro más importante de la historia del deporte burgalés y sabe la responsabilidad que ello conlleva. «No es solo un partido, hay detrás toda una ciudad enamorada del equipo y del baloncesto», advirtió ayer Vítor Benite.

El escolta brasileño lamentó que toda la masa social que  solía acompañar a los azulones antes de que el mundo se volviera loco no pueda estar presente en OAKA y reconoció que eso cambiará de alguna manera el duelo: «Todos queremos que los pabellones estén llenos, aunque sea con afición rival. Sin público los partidos son diferentes. Es una pena no tener a nuestra gente, pero estoy seguro de que van a disfrutar de esta batalla desde la tele. Espero que podamos brindar  a los burgaleses  esa felicidad que solo te la da el deporte en estos momentos duros. Si ganamos, sería un sueño hecho realidad».

El peligro. Enfrente, el San Pablo tendrá al AEK de Atenas, un rival de máxima entidad y que, además, juega en su estadio. «Aunque no haya público, ellos se sienten en casa. Todos vimos su último partido y es un equipo muy difícil. Es bonito verles jugar por su dureza y carácter. Va a ser un gran desafío», valoró.

Los griegos asumen toda la presión del favorito por historia y presupuesto, ya que el cuadro castellano solo tiene «cinco años de vida». Entre las estrellas del bloque heleno, destaca por encima del resto Keith Langford, «un jugador increíble ante el que hay poco que puedas hacer para pararlo. Trataremos de contenerlo, pero puede que después de hacer todo bien,  anote canastas igualmente. Pese a eso, debemos seguir jugando».

Hoy, en DB, toda la información de nuestros enviados especiales a Atenas