«Dentro de poco deberé pedir ayuda a mi familia»

I.E.
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Una trabajadora de una fábrica lleva dos meses sin cobrar la prestación por ERTE y relata las penurias para sobrevivir «solo con los ahorros». «En el SEPE nadie me contesta», lamenta

Esta trabajadora de una auxiliar de la automoción prefiere mantener el anonimato. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Estar en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) no es como estar de vacaciones. Para empezar, porque no se cobra el sueldo íntegro, solo el 70%, una reducción que obliga a muchas familias a apretarse el cinturón para sobrevivir durante el tiempo que dure la medida. Peor lo tienen aquellos que no están percibiendo la prestación a pesar de «estar todos los papeles en regla». Es el caso de María, una burgalesa que trabaja en una empresa auxiliar de la automoción y que prefiere permanecer en el anonimato. Su empresa entró en ERTE el 20 de marzo y sí que cobró esos últimos 11 días de mes, «pero a partir de ese momento, ni un solo euro».

Ylo cierto es que pasan las semanas y cada día está «más desesperada». Según explica, «no se trata de un problema de la empresa, pues ha presentado todos los papeles en la Oficina Territorial de Trabajo, que dio el visto bueno al Erte hasta el mes de julio». «Tengo todos los certificados en mi poder, pero en el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), que gestiona las prestaciones, me dicen que estoy trabajando, cuando es evidente que no es así», lamenta. No es la única trabajadora de su empresa que se halla en está situación, «hay más compañeros y también lo están pasando mal».

Por el momento María está tirando de sus ahorros, «pero dan para lo que dan». «No podré depender de ellos mucho tiempo más» se lamenta, para advertir que «las facturas de la luz, el teléfono y el agua siguen llegando» y que «a los del banco tampoco se les olvida pasar la cuota de la hipoteca». De modo que está «viviendo una situación muy difícil», más si se tiene en cuenta que «tiene a su cargo a un hijo». Esa es otra, el confinamiento en casa de los chavales y estudiar por internet ha metido a María «en otros gastos, como el de ampliar la banda ancha y comprar nuevos equipos» para que su pequeño no pierda el ritmo con las clases online. «Y eso es dinero», comenta medio resignada.

Además, esta trabajadora burgalesa se ve incapaz de hablar con el organismo que ha de pagar su prestación, el SEPE. Asegura que cada día llama o envía un correo a la oficina de Burgos. «Pero o comunica o no me cogen... y los mensajes no me los contestan», afirma enojada. 

Y es que ya no le quedan muchos más recursos para tratar de cobrar, solo el del pataleo. En la Oficina Territorial de Trabajo, que depende de la Junta, y es la que tramita el expediente que presenta la empresa le han comentado que «está todo bien, que el ERTE está concedido», por lo que no entiende por qué a ella le ha tocado la china.

María se ha sumado a la plataforma ‘Españoles afectados por el ERTE Covid-19’, que exige al Gobierno central que ponga remedio al retraso de los pagos por las «consecuencias económicas y psicológicas» de esta situación sobre quienes la padecen. «Es que ya no sé que vamos a tener qué hacer, habrá que manifestarse a las puertas del SEPE», comenta la burgalesa.