"Cuando vi la ropa supe que era la mujer desaparecida"

I.E.
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Antonio Galiana, agricultor de Rubena, halló el miércoles por la tarde en su finca de cereal el cadáver de María del Carmen Bartolomé, de 55 años y desaparecida el 18 de noviembre tras salir del centro de salud de Las Torres

"Cuando vi la ropa supe que era la mujer desaparecida" - Foto: Jesús J. Matías

A Antonio Galiana no le impresionó toparse el miércoles en su finca de Rubena con el cadáver de María del Carmen Bartolomé, desaparecida desde el 18 de noviembre tras salir del centro de salud Las Torres, en Gamonal. Lamentablemente, este agricultor de 54 años -uno menos que la fallecida- ha visto la muerte de cerca en varias ocasiones, una de ellas cuando tuvo que reconocer a su hermano muerto «tras tirarse a las vías». El día de Año Nuevo terminó de comer y partió hacia su parcela situada en el paraje de Las Trampas. Serían las 16 horas cuando, subido a su tractor, tuvo que maniobrar para dar la vuelta y continuar arando. En ese movimiento se percató de que junto a unos matorrales había unas ropas, «pero no tiradas de cualquier forma, sino con volumen». «En cuanto me bajé y vi un botín femenino supe que era la mujer que desapareció en Juan XXIII», explica.

Acto seguido telefoneó al 112 y justo después al alcalde del pueblo. «Tardaron en presentarse aquí; de hecho se hizo de noche y se guiaron para llegar con la luz de mi tractor», advierte. El cuerpo de María del Carmen no presentaba signos de violencia, según asegura la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil.

Los familiares de la mujer habían presentado denuncia de su desaparición en la Comisaría de Burgos el pasado 18 de noviembre. María del Carmen, que sufría depresión desde hace cuatro años, no llevaba móvil, tan solo una cartera con 10 euros, la tarjeta del bus urbano y las llaves de casa.

Su marido, Julio Manzanedo, relató a este periódico cómo se sucedieron los acontecimientos antes de desaparecer. En la noche del 17 de noviembre detectó que su mujer estaba muy nerviosa, razón por la que terminó telefoneando al servicio de emergencias 112 de Castilla y León. Los facultativos le administraron una pastilla y pasó relativamente bien la noche. A la mañana siguiente, nada más levantarse, se dirigieron al centro de salud de las Torres para pedir cita con el médico de cabecera. Se la dieron para las 11,30. Regresaron a casa y cuando se acercó la hora emprendieron de nuevo camino hacia el ‘ambulatorio’. Había una cola de cuatro personas y María del Carmen empezó a impacientarse. Cuando ya solo quedaba una por entrar a consulta «se marchó», y Julio detrás de ella.

La alcanzó al doblar la esquina para tomar la calle Gonzalo de Berceo. Le pidió que recapacitase, pero ella decidió marcharse. Su marido, que pensó que ella se dirigía al domicilio de la calle Centro, regresó al centro de salud para que al menos le dieran un tranquilizante para su esposa. Así lo hizo. El médico se lo entregó y le advirtió de que visitaría a María del Carmen en su casa a la hora de comer. Cuál fue la sorpresa del hombre que cuando llegó a su vivienda su mujer no se hallaba allí. Como un desesperado se puso a buscarla por todo Gamonal. Telefoneó a sus hermanas, que viven en la calle Vitoria, pero no habían tenido contacto alguno con ella. También sondeó la posibilidad de que se hubiera ido a la comarca de Montes de Oca, de donde es originaria, pero tampoco. Hasta que lamentablemente el día 1 aparecía su cuerpo en Rubena.

NO FUE UNA MUERTE VIOLENTA

La autopsia sobre el cadáver de María del Carmen Bartolomé confirmó ayer definitivamente que no presentaba signos de violencia. La Policía Nacional considera que pudo fallecer el mismo día en que su familia la echó de menos.