Entre suelos más fértiles y chapas de cerveza

B.G.R.
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Mónica Ortega y Cristina Aguilera han sido reconocidas por la multinacional Pepsico por sus trabajos de fin de máster y grado sobre sostebilidad

Ortega, en la empresa francesa en la que realiza prácticas. - Foto: DB

La multinacional PepsiCo valora cada año el talento de los jóvenes universitarios dentro de los reconocimiento académicos de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores Académicos (Aecoc). En su última edición, el nombre de dos burgalesas se escuchó en la gala de entrega de galardones celebrada el pasado 21 de noviembre en Madrid. Cristina Aguilera recogió la distinción en la modalidad especial de gran consumo, mientras que Mónica Ortega se alzó con el primer premio del certamen, aunque no pudo acudir a recogerlo por encontrarse fuera de España.

Concretamente, Ortega estaba trabajando en la ciudad francesa de Pau, en una empresa de agricultura de precisión donde realiza prácticas tras haber conseguido una beca europea. Allí avanza en el campo de conocimiento al que ha dedicado su trabajo de fin de máster en Ingeniería y Gestión Agrosostenible, que terminó el curso pasado en la UBU y con el que ha obtenido 2 reconocimientos más.

«Es algo de lo que se lleva hablando mucho tiempo pero que nadie ha aportado soluciones sobre la forma de llevarlo a cabo», asegura esta graduada en Ingeniería Agroalimentaria y del Medio Rural a la hora de explicar su investigación, que tiene por objeto reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Ella lo ha aplicado al sector agrícola y a la capacidad de secuestro de carbono del suelo mediante distintas prácticas sencillas que incluyen un ahorro de trabajo.

Aguilera estudió en la UBU el doble grado de Derecho y ADE.Aguilera estudió en la UBU el doble grado de Derecho y ADE. - Foto: Luis López Araico

«Lo primero es dejar los restos vegetales de cualquier cultivo en el campo para que se descompongan, se acumule carbono en el suelo y así se compensen las emisiones de CO2», detalla esta joven de 24 años, al tiempo que subraya que con esta metodología se consigue mejorar la calidad y aumentar la fertilidad del suelo. Su teoría va acompañada de una reflexión «político-económica» que incluye compensaciones económicas para los agricultores en línea con las actuales de la PAC (Política Agraria Común), pero cambiando la idea de «derechos de pago básico por hectárea por toneladas de carbono acumuladas», algo que «ya se está realizando en Australia» con el fin de incentivar a los agricultores.

La relación de esta ingeniera con el campo se fraguó en el pueblo de su madre, Pedrosa del Príncipe, al que acudía con asiduidad cuando era niña y al que sigue muy vinculada. En esta localidad encontró su vocación en un ámbito en el que vio que «hay mucho por hacer y por avanzar». Ella está dando pasos que han sido reconocidos por la Fundación Caja Rural, PepsiCo (que le ha otorgado 3.000 euros al premiar su trabajo de entre 108 presentados) y el certamen Arquímedes de jóvenes científicos, por el que recibió un accésit económico y una estancia de dos semanas en el CSIC. A punto de concluir su paso por Francia, todas estas distinciones le animan a seguir trabajando en la agricultura sostenible.

Su campo de estudio es distintos al de su compañera Cristina Aguilera, aunque comparten el objetivo de hacer una sociedad más sostenible. En su caso, se centra en el consumo y el trabajo por el que ha sido premiada tiene que ver con la responsabilidad social de los consumidores. La originalidad del mismo despertó el interés del jurado y ahora ya piensa en qué planta de PepsiCo quiere realizar un año de prácticas remuneradas.

Graduada en la doble titulación de Derecho y Administración de Empresas (ADE), esta joven de 24 años estaba en Francia realizando un voluntariado cuando recibió la noticia de que su trabajo de fin de carrera había resultado premiado. «No me lo esperaba», reconoce sin dejar aún de mostrar su ilusión. Compitió con otros 30 universitarios en la final y cree que el suyo fue valorado más por su singularidad que por su contenido práctico.

«Ahora están muy de moda los conceptos de sostenibilidad o ‘bio’, pero creo que hay mucha confusión al respecto, con lo que he intentado informar al consumidor de las posibilidades que tienen algunas técnicas para la reutilización de los residuos», explica. Eligió para ello algo tan común como las chapas de cervezas que se recogen en bares o restaurantes y a las que Aguilera buscó un fin decorativo con la implicación de varios actores, que van desde el fabricante Mahou San Miguel, a los establecimientos de restauración y el centro especial de empleo La Brújula de la asociación Prosame, cuyos usuarios son los que se ocuparían de dar forma a esos nuevos objetos. Considera que su propuesta es solo un ejemplo de los muchos residuos que podrían tener una segunda ‘vida’ con la que lanzar un mensaje a los ciudadanos.