«Los músicos solo tenemos una oportunidad»

ALMUDENA SANZ
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Ana María Valderrama fue la primera española que ganó el prestigioso Concurso Pablo Sarasate. Ha tocado con directores y orquestas de todo el mundo y este domingo acompañará a la Sinfónica de Burgos en el inicio de su nueva temporada

La violinista Ana María Valderrama. - Foto: DB

Aunque confiesa que con el violín se expresa mejor que con la voz, Ana María Valderrama suena todo pasión al otro lado del teléfono. Habla arrolladora de la belleza de la clásica, de la importancia de conectar con el director y con el resto de músicos... Con ese ímpetu sereno acompañará a la Orquesta Sinfónica de Burgos (OSBu) en el inicio de su nueva temporada este domingo. En la partitura, Camille Saint-Saëns, un compositor, dice, muy especial. 

¿Por qué es Saint-Saëns un compositor especial?

Su música es más ligera, las obras que toco son cortas, de unos diez minutos cada una, pero tienen una belleza increíble. Se nota que es un compositor francés, pero tiene también un toque español, porque pasó mucho tiempo en España. La clásica puede ser muy densa y hay que prepararse para escucharla, pero la de este concierto es para todos los públicos, fácil de entender, de recibir, pero no por ello menos valiosa, es una música muy, muy bella. 

Dice que la música clásica es más difícil... 

Sí, es más compleja que la música pop, por supuesto, lo es porque las armonías y las melodías son mucho más ricas y tiene más profundidad; no es lo mismo como tampoco lo es leer una novela lúdica que un libro de filosofía, debes estar en otra predisposición mental y afectiva, y tener cierto compromiso con lo que vas a escuchar. Y luego cuanto más conoces algo, más lo disfrutas. La clásica no tiene letra, pero tiene un mensaje escondido en las notas y si es difícil para los músicos descifrarlo, para el público también. Nuestro papel como intérpretes es hacerlo llegar de la manera más legible. 

¿Cómo son las obras que interpretará el domingo?

Habanera para violín y orquesta e Introducción y rondó caprichosos son obras cortas, con un montón de emociones, como un aperitivo o un postre súper, súper delicioso. 

¿Cómo se prepara un solista para un concierto? ¿Cuál es el proceso?

Es mucho más complejo de lo que la gente se imagina. Tocar un concierto de solista requiere de muchísimas, muchísimas, muchísimas horas de preparación. Parece que el músico sale ahí y toca. Y no. El solista debe tener un nivel de profundidad, de conocer la obra desde todos los puntos de vista, para lo que hay que hacer un análisis exhaustivo de todo lo que rodea la partitura: formal, estético, melódico, armónico, rítmico... Se trata de descifrar la partitura, como si fuera un pergamino y encontrar qué hay detrás de esas notas y qué quiere transmitir el compositor. Empiezas con una pequeña parte y vas profundizando hasta encontrar una historia que puede o no coincidir con la del compositor. Nunca lo sabremos. Luego debes tener un nivel técnico, como un deportista de elite. Los músicos, como los deportistas, solo tenemos una oportunidad, que es el día del concierto. No vale con que te salga en casa. 

Habla de la exhaustiva preparación de cada actuación, que pasa muchas horas con un compositor. ¿Cuesta desprenderse de él cuando ha terminado su cita, como un actor con su personaje?

Cuando interpretas a un mismo compositor tú mismo tienes que ser varios personajes. Por ejemplo, en el Rondó caprichoso yo siento que hay veces que soy una mujer cantando, otras un chelista dentro de la orquesta, otra el trompa, otras el dueto en la ópera... Y tienes que ser muy rápida en transformarte porque la clásica está llena de contrastes. 

¿Qué tiene que pasar para que surja la chispa entre una solista y una orquesta con la que toca por primera vez, como hará con la OSBu? 

Es muy bonito. Tiene que haber una conexión entre solista y director, orquesta y director y solista y orquesta. Esta relación entre los tres es súper importante y debe ser especial y fluida. Algunas veces el solista va a su rollo, que es normal, porque él lleva muchos meses preparándose esa obra y la orquesta lo hace en menos tiempo. Lo difícil es transmitir a la orquesta todo lo que has trabajado en tantos meses para que entiendan tu versión. Todos tenemos que sentir la música de la misma manera. 

Además de intérprete es profesora en el Real Conservatorio Superior de Madrid. ¿Cómo se transmite la pasión por la clásica?

Intento despertar esa pasión a través del conocimiento. Si solo escuchas, sin saber, te puede gustar, pero cuando empiezas a analizar cómo está construida la música clásica es que alucinas, es 'guau, cuánto hay aquí detrás'. Es como una catedral, tú puedes decir qué bonita es, pero si piensas cómo se ha construido, cómo pudo llegar a esa belleza, ¡Es increíble! Y, al final, también hay una parte innata de tener una sensibilidad hacia el arte y la música en concreto. A mí me viene de una manera natural, cuando era una niña me ponía a llorar cuando la escuchaba. 

¿Qué relación tiene con el violín después de tantos años juntos?

Es una relación muy especial, muchas veces de amor odio, porque sin él no puedo vivir y a la vez mi humor se supedita a cómo esté con el instrumento. Si estudias y te sientes fuerte y en forma, bien; las temporadas con menos tiempo para estudiar, hay una parte de ti que te lo echa en cara. Para mí es mi voz, mi manera de expresarme, yo me siento más cómoda tocando que hablando, puedo comunicar cosas más profundas y complejas.