La comunión desde el umbral

I.L.H.
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Algunas parroquias como la de San Cosme han ampliado el servicio que acerca la hostia al domicilio de los enfermos creyentes que lo solicitan. Desde el recibidor el cura reparte las obleas en bolsas individuales

Para los Quintanilla Yarto la comunión «trae la calma» a una casa de 9 miembros con las tensiones lógicas de la convivencia. - Foto: Alberto Rodrigo

De esta crisis sanitaria hay imágenes que por curiosas y excepcionales no se nos olvidarán fácilmente. Un sacerdote accediendo al recibidor de la vivienda de una familia numerosa para que puedan comulgar durante el confinamiento es una de ellas. No solo por el hecho en sí de acercar la hostia consagrada, sino por las condiciones en que se realiza: el párroco con mascarilla y guantes llevando el copón por la calle, las obleas separadas en bolsas individuales y los católicos recibiendo la forma en la puerta, sin que el párroco entre en casa, como ocurría cuando todo era ‘normal’ y acercaba la comunión a las personas enfermas.

El COVID-19 convierte en peculiar todo lo que toca. Y los ciudadanos han de ingeniárselas para seguir haciendo sus rutinas en la medida de lo posible intentando que el virus no lo trastoque todo. Cuando el primer domingo del confinamiento el párroco de San Cosme y San Damián, Enrique Ybáñez, ofreció a la familia Quintanilla Yarto cuatro formas sagradas que le sobraban del reparto entre enfermos, José y Lali acogieron la iniciativa con entusiasmo: «Para nosotros es una ayuda», dice esta madre de nueve hijos, siete de ellos en casa. « He de reconocer que soy una histérica y que me altero con facilidad, pero al menos cuando comulgo me llega la calma, a mí y a mi familia. Con seis chicos y una chica, las tensiones están a la orden del día y, al menos cuando llega ese momento

Soy creyente y por lo tanto también creo en la presencia de Jesús y en lo que la sagrada forma representa.», sostiene mientras recuerda que tiene un niño celíaco y una de las obleas es sin gluten.
Desde entonces el sacerdote les ha incluido en las cuarenta comuniones que reparte cada domingo -el lunes, día de diario, fueron doce- frente a las 20 semanales de la vida antes del coronavirus. «Ahora lo que hacen es llamarnos y preguntarnos si podemos acudir a tal dirección. Porque, claro, tampoco daríamos a basto si lo hacemos con todos los vecinos. Algunos nos han pedido que se lo acerquemos también el Jueves Santo porque como es la fiesta de la institución de la eucaristía quieren comulgar», repasa Enrique Ybáñez.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)