Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Pasado impredecible

14/06/2021

Hace ya dos años que el socialista Daniel de la Rosa resultó elevado a la dignidad de alcalde de la muy noble y muy leal ciudad de Burgos, y los periódicos, como es su obligación, hacen balance estos días de un periodo inevitablemente marcado por la pandemia y que ha tenido sus logros y sus fiascos, de la hermosa remodelación de Las Llanas a un nuevo encebollamiento con el bulevar de la calle de Vitoria. Pero lo más extraordinario del mandato de don Daniel, desde el humilde punto de vista de este articulista, sea acaso su propia supervivencia como regidor de nuestro suelo bendito, habida cuenta de que, cinco minutos después de su imprevista investidura, el entonces vicesecretario de Organización del PP, Javier Maroto (ya saben, aquel exalcalde de Vitoria que se empadronó en la ilustre villa segoviana de Sotosalbos para convertirse en senador por Castilla y León sin que nadie lo hubiese votado), anunciaba airado a la ciudad y al mundo una moción de censura para desalojarlo al punto del Ayuntamiento.
Cabe discutir si De la Rosa es ese tipo con suerte al que los partidos de la derecha se le inmolaron en el salón de plenos a pesar de que venían pactados de casa para hacer alcalde al candidato de Ciudadanos, Vicente Marañón (cómo olvidar, en este punto, la hilarante escena de La vida de Brian en la que los miembros del escuadrón suicida que acudía a rescatar del martirio al protagonista se quitan la vida al pie mismo de la cruz), o el hábil político que ha conseguido establecer un acuerdo duradero con el rival al que hace dos años dejó compuesto y sin novia, ha puesto sordina a la poco convincente oposición del PP y ha reducido a la intrascendencia a Vox y a Podemos. Pero el caso es que la legislatura, a despecho del terremoto político que ha sacudido recientemente media España, tiene toda la pinta de llegar a término sin mayores contratiempos, con don Daniel y su sonrisa imperturbable al frente, mientras Marañón y los suyos silban con garbo Mira siempre el lado bueno de la vida y todos, a un lado y a otro, se convierten por un momento en rusos para concluir que, una vez más, el pasado ha resultado ser impredecible.