La gota fría que se cebó con los más humildes

S.F.L.
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Una crecida del río Oca acabó con la vida de más de 50 briviescanos en 1563 y parte de la ciudad quedó totalmente arrasada por el agua

José María Ortiz, investigador aficionado de la historia de Briviesca, junto al cauce del río Oca. - Foto: S.F.L.

España ha sufrido en dos meses una de las danas más fuertes de los últimos años. La gota fría llegaba a mediados de septiembre, sin haber entrado ni siquiera en otoño, y sus consecuencias fueron devastadoras: muertos, miles de evacuados, cientos de hectáreas de cultivo perdidas, graves inundaciones y destrozos materiales incalculables. 

Las zonas de Valencia y Alicante se llevaron la peor parte pero, tras un pequeño respiró, volvió con fuerza la semana pasada en Cataluña. Gracias a los medios de comunicación, que han mostrado las consecuencias del temporal personas de otros puntos del país y del extranjero han podido visualizar las terribles escenas. Pero lo que la mayoría de briviescanos desconocen es que un 2 y 3 de junio de hace 456 años la gota fría también llegó a la capital burebana, dejando más de 50 víctimas mortales y parte de la ciudad arrasada. 

José María Ortiz se considera un apasionado de la historia de su ciudad. Pasa horas leyendo e investigando sobre acontecimientos ocurridos en Briviesca. Un día cualquiera se encontraba concentrado indagando sobre la vinculación existente entre Santa Fe -ciudad granadina hermanada con Briviesca- y la capital burebana, en el Archivo General de Simancas, uno de los más importantes de Europa, cuando en un legajo encontró la información referida a la riada del Oca en la ciudad en el año 1563.

Según se recoge en el relato, hubo una gran crecida del caudal del río desde los montes de Villafranca y causó grandes pérdidas tanto en la villa como en el los campos y viñas de los alrededores, sobre todo en la Vega Alta y Vega Baja sembradas de trigo. Todas las cosechas, viñas y parrales desaparecieron. «Me emocioné al leerlo y comprobé que lo ocurrido en el municipio fue una gran catástrofe», declara el investigador. 

Esto ocurrió el día 2 de junio, entre las 15 y las 16 horas, aunque lo peor todavía no había llegado. El documento medieval narra las reacciones de los ciudadanos. Una vez que se repusieron del susto y vieron las aguas serenas, se fueron a dormir desconociendo que por la madrugada otra riada mucho mayor, azotaría de nuevo sus vidas. ‘Vino otra gran avenida entrando por las calles de la villa con tanta pujanza, soberbia y abundancia que las gentes no se previnieron a sacar cosa alguna’, redacta el cronista. ‘Las mujeres, niños y viejos, los unos en carnes y los otros en camisa de recoxerse, eran lástima de ver’, añade. 

El primer día se estropearon las cosechas pero en el segundo hubo que lamentar la pérdida de más de 50 vidas humanas. Ortiz declara que «dos tercios» de los talleres de artesanos de Briviesca quedaron «destruidos» al igual que buena parte de la cerca sur, que no se volvió a reponer. También desaparecieron los «siete molinos» ubicados en el cauce molinar y tiene la constancia de que en dos de ellos «murieron ahogados los molineros con sus mujeres e hijos». 

El Oca se llevó además por delante a 16 tenerías, lugar donde se trabajaba el cuero. El total de artesanos de la villa en esos años era de 123, lo que equivalía a más de la cuarta parte de la población, que se estimaba en 570 familias. Con la destrucción de sus negocios no tuvieron otro remedio que «marcharse». Estos artesanos vivían y tenían sus pequeños talleres en las calles de la parte baja del municipio y cercanas al cauce molinar, en las calles Huerta Encimera y Huerta Bajera, que actualmente corresponden a la vía del Marqués de Torresoto. 

Una pérdida importante fue la del vino, uno de los mayores sustentos del que disponían los más humildes. Sin él no podían trabajar. «Curaba enfermedades, daba calor en invierno y frescor en verano», manifiesta Ortiz. Al lado de la sacristía de la iglesia de San Martín existían unos tinos subterráneos que contenían mas de 1 millón de litros de esta bebida, que siguió el cauce del Oca. Por el contrario, en la calle Mayor, donde habitaban los más ricos, se salvaron todas las casas y bodegas, lo que acrecentó el malestar en la villa porque el monopolio quedó en manos de las clases altas, subiendo los precios. Este incidente dejó la ciudad arrasada y sus vecinos tardaron muchos años en recuperarse. El diluvio, que así lo denominaron en la época, se convirtió en el momento más drástico acontecido en Briviesca desde la primera guerra civil castellana, doscientos años antes, entre Pedro I de Castilla y Enrique de Trastámara. Aunque sin lugar a duda la peste de 1565, que mató a más de 1.200 personas, fue la peor desgracia ocurrida en la localidad.