"Se nota mucho cuando alguien incumple la cuarentena"

FERNÁN LABAJO
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Los agentes de la Policía Local tienen la dura labor de controlar la movilidad de personas y del tráfico en la ciudad, pero han sabido compaginarlo con un compromiso solidario con los burgaleses

Dos efectivos repasan el plan de la jornada antes de un control de tráfico y movilidad en la Plaza de España. - Foto: Patricia

Perseguir a los que incumplen el confinamiento es un trabajo duro y, en ocasiones, ingrato. Sin embargo, la sociedad lo está valorando mucho, básicamente porque molesta mucho ver cómo hay gente que se aprovecha de las pocas lagunas legales para darse largos paseos que ponen en riesgo la salud de las demás personas. Los efectivos de la Policía Local se muestran muy orgullosos del trabajo que han realizado hasta el momento y esos aplausos que reciben de los ciudadanos cuando les ven pasar por debajo de sus ventanas les dan ánimos para continuar. Hace unos días, junto con el resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, devolvieron un pedazo de ese cariño que les prestan los burgaleses. Lo cierto es que ya están acostumbrados, pues en sus ratos libres suelen acudir a decenas de casas para felicitar cumpleaños y dar una sorpresa a los más pequeños y también a algún que otro anciano. 

«Las felicitaciones son lo más visible de nuestro trabajo y sabemos que tienen muy buena acogida, pero a lo largo del día hay mucho esfuerzo que no tiene tanta repercusión», apunta José Luis, oficial del cuerpo municipal de policía. Cada jornada se reparten por la ciudad para controlar la movilidad, no sin dificultades, pues aún hay mucha gente que trata de engañar con excusas. «Se nota mucho cuando alguien va no a hacer algún recado. Solo por la forma de andar ya sabemos quién está quebrantando la norma y quién no», advierte su compañero Eduardo. 

A lo largo del último mes y medio, reconocen, han escuchado multitud de razones, disculpas y explicaciones. «Daría para escribir un libro», señala Eduardo entre risas. Por suerte, no han vivido episodios desagradables más allá de las oportunas quejas por una multa. Notan, no obstante, que en las últimas semanas ha habido cierta relajación entre los burgaleses y temen que la cosa vaya a peor según se vayan levantando las restricciones: «Hay mucha confusión y desinformación». 

Actividad solidaria en el centro ocupacional El Cid. Actividad solidaria en el centro ocupacional El Cid. - Foto: Patricia

Por otro lado, José Luis opina que por el momento la cosa está calmada porque el tiempo no ha acompañado, pero teme que los ciudadanos se pongan nerviosos a medida que venga el buen tiempo. «Ya nos hemos encontrado gente que nos dice que ya no aguantaba más en casa tras un mes de encierro y que necesitaba salir por primera vez. Tenemos que estar atentos porque existe peligro de que haya un nuevo brote», expone. 

Anécdotas, interviene Roberto, otro agente, tienen también para aburrir. Desde el ciclista que encontraron a varios kilómetros de su casa, en la avenida Príncipes de Asturias, con la excusa de que iba a comprar a una gasolinera porque tenía hambre, a los conductores que llevan consigo recibos de la luz o de otros impuestos para demostrar que van a una casa que tienen en el pueblo para dar de comer a los animales. 

Porque lo del tráfico en la ciudad también es de su competencia.  Cada fin de semana redoblan esfuerzos para evitar que las personas salgan de la ciudad hacia segundas residencias. «Cuando tienen excusa, les decimos que vuelvan por el mismo sitio por el que se marchan para demostrar que no tienen ninguna intención de saltarse el estado de alarma. Por lo general cumplen», indica José Luis. No obstante, siempre hay alguno que logra burlar los controles. 

Policías locales piden la documentación a un ciclista en la calle San Lesmes. Policías locales piden la documentación a un ciclista en la calle San Lesmes. - Foto: Patricia

Por suerte, recuerda Roberto,  cuentan con la inestimable ayuda de los que llama con ironía «policías aficionados». Éstos son, explica, todos aquellos que pasan horas en la ventana vigilando que todo el mundo es igual de cumplidor. Si uno osa saltarse el confinamiento, descuelgan el teléfono para llamarles. Incluso los hay, tal y como completa Germán, su compañero de patrulla, «que utilizan las aplicaciones en las que hasta ahora avisaban de controles para denunciar a los que están sospechosamente por la calle». 

Las labores de la Policía Local van más allá de la seguridad en las calles. También han tenido que repartir mascarillas a personas en riesgo de exclusión y también prestar su apoyo a los sanitarios que acuden a viviendas. No es de extrañar, por tanto, que hayan tenido que vivir momentos muy difíciles. «Ves cosas duras. También tienes a veces esa incertidumbre de no saber si te has contagiado», concluye José Luis.