Pellegrini se asoma al abismo en el Betis

Agencias
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El cuadro verdiblanco ha sumado tres de los últimos 18 puntos y está a dos del descenso

El entrenador chileno, durante el encuentro en el que el conjuto sevillano cayó por 0-2 frente al Eibar. - Foto: Europa Press

Miradas perdidas, brazos caídos, atonía y una absoluta ausencia de ideas, definen el estado de ánimo de un Betis empeñado en instalarse en el borde de ese precipicio de intranquilidades tan familiar que le hace ser a este equipo uno de los que mejor encarna el mito del eterno retorno, la vuelta cíclica y obsesiva a lo mismo.

La noche negra ante el Eibar (0-2 el pasado lunes) es una más en una temporada en la que al técnico chileno Manuel Pellegrini, llamado a dotar de personalidad y estabilidad al proyecto verdiblanco, se le ha caído a las primeras de cambio el equipo entre esas cataplasmas retóricas de «remar todos juntos», «estamos todos unidos», «no podemos recibir tantos goles», «juntos sacaremos esto adelante», «hay que hacer autocrítica» o cosas del mismo tenor, hueco.

Getafe, Bilbao, Real Sociedad, Atlético, Barça son algunos de los hitos inversos de un equipo que ha sumado tres de los últimos 18 puntos en juego, que ha perdido sus tres últimos partidos y que ha vuelto por donde solía, a esa convulsión tan familiar.

El de Pellegrini y el nuevo director general deportivo bético, Antonio Cordón, es a día de hoy un proyecto que hace aguas, desde las salidas abruptas de Quique Setién y, sobre todo, de Lorenzo Serra Ferrer, y el intento fallido que supuso el discreto y fallido paso por el banquillo de Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’.

«Ni mucho menos pienso en dar un paso a un lado», afirmaba el ‘ingeniero’ tras el enésimo descalabro de los suyos en una temporada en la que el Betis empezó ‘gallito’ y en estos momentos está en el límite, a dos puntos de los puestos de descenso y con el lacerante guarismo de 23 goles en contra.

Prematura se antoja la declaración de intenciones del de Santiago cuando solo se llevan jugados 12 partidos de la primera temporada de las tres que tiene firmadas para enderezar una convulsa historia reciente de filias y fobias en el banquillo.

El técnico chileno, en un tono elocuentemente sombrío sobre su expresión de natural seria, parece haber perdido el pulso de un equipo que, por encima de las jergas y las consideraciones tácticas, también se ha dejado en el camino de los 12 partidos jugados la mínima tensión competitiva exigible en una Liga como la española.