El destello de la libertad

Álvaro Celorio (EFE)
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Miles de personas soñaron con una vida mejor al ver por primera vez la mítica estatua de Nueva York, cuya antorcha, reemplazada hace 33 años, brilla de nuevo en su museo

El destello de la libertad - Foto: MIKE SEGAR

La antorcha original de la Estatua de la Libertad, reemplazada hace 33 años por su deterioro, destella en el nuevo museo de 2.400 metros cuadrados a los pies de la dama de hierro, en Nueva York, espacio que abrió sus puertas el pasado jueves a los visitantes.

El nuevo museo recoge entre sus paredes de diseño los modelos originales y algunas de las réplicas utilizadas al construir La libertad iluminando al mundo, su nombre real, así como explicaciones sobre el proceso de construcción y algunos de los nombres propios que refieren a la existencia del reconocible símbolo neoyorquino.

La travesía arranca por tres salas de visionados en las que se proyecta una historia de 10 minutos que cuenta la idea original del político francés que concibió el regalo de Francia a Estados Unidos por el centenario de su independencia, Eduardo Laboulaye, y su desarrollo por parte del escultor Frédéric Auguste Bartholdi y el ingeniero Gustave Eiffel.

Posteriormente, las proyecciones dan paso a las alrededor de 150 piezas expuestas, como modelos de pies de la estatua que fueron aumentando su tamaño de manera progresiva hasta alcanzar las dimensiones actuales sobre el pedestal de Liberty Island, debido a la dificultad para los constructores de elaborar la obra.

El destello de la libertadEl destello de la libertad - Foto: Alba VigarayEl museo, que será una referencia más en Nueva York, también permite ver reproducciones en cobre de otras partes de la estatua, como la cara, que además muestra el color original del bronce de la efigie, convertido en verde por el óxido de sus materiales. La pieza central, sin embargo, es la flamante antorcha original que se erigió sobre el cielo neoyorquino desde 1886 hasta 100 años después, cuando se sustituyó por la actual con el estilo ideado por Bartholdi. Y esto sucedió porque la llama de la Estatua de la Libertad cambió con los años, desde añadidos de lámparas eléctricas en el interior hasta ventanas. Su último rediseño, de 1916, sustituyó la superficie de cobre por 600 vidrios tintados de color ámbar, obra del escultor americano Gutzon Borglum, el creador del Monte Rushmore.

Sin embargo, esta última modificación supuso el declive adelantado de la antorcha y su posterior retirada, pues permitía la entrada de la lluvia y de basura en el interior de la estatua.

Bienvenida al que llega

El nuevo museo sustituye a una pequeña galería en el interior del pedestal de la estatua y permite el acceso de todos los visitantes a la isla y no solo para aquellos que compren entrada para acceder a la efigie.

De acuerdo con el superintendente del Monumento Nacional de la Estatua de la Libertad y de la Isla de Ellis, John Piltzecker, la puesta en marcha de este nuevo edificio del museo -ideado por el estudio ESI Design- fue también porque recogía este dispositivo para acoger a las decenas de miles de personas que, a diario durante todo el año, visitan este emblema de EEUU.

«Si visitaron la Estatua de la Libertad antes del 11-S, no teníamos un sistema de entradas y si querías subir a la corona solo tenías que esperar. Estábamos acumulando a gente hasta niveles de mucha inseguridad», detalló Piltzecker, lo que supuso restringir la entrada de personas al pedestal y, también, de visitantes al museo.

Según el responsable de conservación de la estatua, solo el 20 por ciento de las hasta 25.000 personas que pueden visitar un día de verano la estatua accedían a entradas para esta zona concreta. Ahora, con el nuevo edificio construido sobre terreno ganado al mar durante la Primera Guerra Mundial para uso militar, no hará falta adquirir una entrada para acceder a la estatua, sino que el boleto general de ida y vuelta en ferry permitirá el acceso para ver en primera persona la llama con la que soñaban los miles de inmigrantes que llegaban a Estados Unidos por mar.