Más grafitis que habitantes

S.F.L.
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Sorprenden a una banda de cinco jóvenes plasmando sus firmas en Tamayo, localidad en la que solo reside unafamilia. La mayor de las 6 pintadas afea la vivienda que la Asociación UnPorTa restaura para fines culturales

Los grafiteros dejaron su firma en la fachada que la Asociación Unidos Por Tamayo (UnPorTa) adquirió, ubicada al lado de la iglesia de San Miguel. - Foto: S.F.L.

A los artistas urbanos o grafiteros se les paga con un muro en blanco. Esa es su moneda de cambio, ellos prestan su talento a quienes les cedan un tabique inmaculado que adornar. Es su herramienta más preciada junto a toda la gama cromática de espráis. Sin embargo, ante los ojos de parte de la sociedad, todavía cuelga de cada mural firmado la etiqueta de ilegal. Sobre todo, cuando esas firmas aparecen estampadas en puertas, paredes o en la fachada de una casa que se está rehabilitando.  

En menos de lo que canta un gallo, los grafitis se han apoderado del pueblo semidespoblado de Tamayo, en el que solo habita una familia formada por dos miembros. El sábado, sobre las 21:30, un vecino y el dueño de una finca, descubrieron a cinco varones pintando en la puerta de una casa. Ante la llamada de atención, los jóvenes, que según los testigos rondaban los 25 años, huyeron despavoridos en un coche Opel Corsa blanco con las llantas negras. Al día siguiente, el vecino comprobó que las ‘bochornosas’ obras de arte, se repartían por seis puntos distintos. 

La de mayor tamaño se encuentra en la fachada de la vivienda que la Asociación Unidos Por Tamayo (UnPorTa) compró el año pasado con idea de reformarla y construir un centro histórico-cultural como referente del milenario pueblo. El resto, dentro de la iglesia de San Miguel, en una puerta de una finca y en una perrera. 

«Es una lástima que la gente se dedique a estas cosas. Intentaremos quitarlo con un chorro de arena aunque será un trabajo costoso», afirma Eduardo Tamayo, presidente de UnPorTa. La agrupación, sin ánimo de lucro, está formada por más de 900 miembros españoles y latinos que comparten el apellido Tamayo en todo el mundo. 

Hace años que el pueblo permanecía ‘dormido’, pero ahora empieza a despertar. Hace tiempo que no había actividad y menos con perspectiva de futuro, carácter creativo y de recuperación. Además, cada vez son más las personas que adecentan fincas o merenderos en la localidad que, documentalmente, existe desde el siglo X y fue morada de nobles castellanos.