Compromiso sin descanso también en San Pedro

P.M.G.
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No estoy para fiestas: El horario del hospitalero del albergue municipal de peregrinos no le permite incorporarse a las celebraciones de estos días, aunque tampoco se lamenta por ello

Fructuoso Ballesteros, el hospitalero de guardia - Foto: Alberto Rodrigo

Aunque Burgos se paralice en fiestas, hay servicios que funcionan ajenos al estado de excepción que se vive en el resto de la ciudad. Es el caso del albergue municipal, que no cesa de recibir peregrinos durante Sampedros ni en ningún otro momento del año. Fructuoso Ballesteros será el hospitalero encargado de mantener funcionando el establecimiento hasta el día 30 de junio.

Su horario no le permite acercarse a las fiestas casi en ningún momento del día. Abre las puertas a los peregrinos que abandonan la ciudad sobre las 5:50 de la madrugada. Luego, espera a que todos hayan desalojado sus habitaciones para cerrar el albergue sobre las 8:30, para que los encargados de la limpieza pongan a punto todas las habitaciones.

Ahí comienza el único momento libre que tiene Ballesteros en todo el día, unas tres horas y media después de dejar limpiando el lugar, pues a las 12 de la mañana tiene que volver a abrir la puerta a los nuevos caminantes que llegan a la ciudad. El hospitalero continúa trabajando hasta que por fin cierra lel albergue a las 22:30 y puede irse a dormir.

Esta agenda que maneja el voluntario no le molesta en absoluto; al contrario, confiesa que tampoco es muy aficionado a las fiestas por lo que no le importa mantenerse al margen, mucho menos para dedicarse a su pasión, el Camino y los peregrinos.

Lo que sí diferencia el hospitalero cuando la ciudad está de festejos es que los fuegos artificiales y el ruido en general impide que algunos caminantes concilien el sueño, aunque casi ninguno se queja. «Al estar el albergue en el centro, los peregrinos ya saben lo que hay», dice. Incluso le quita importancia al asunto, razonando que una mala noche siempre se puede recuperar durmiendo más en las siguientes. La basura, otro de los productos típicos de fiestas, no le supone un problema, porque los servicios de limpieza las retiran con mucha eficacia, según comenta.

El hospitalero recalca además que le parece totalmente razonable la celebración y acepta comprensivamente que haya unos días más movidos aunque sus clientes tengan problemas para descansar. De hecho, a veces sucede que los peregrinos no quieren dormir.

Recuerda el hospitalero que en cierta ocasión un italiano quería salir de fiesta y ante el cierre tan temprano del albergue, decidió quedarse despierto toda la noche hasta que el establecimiento abriera por la mañana. Y eso hizo, festejar hasta la madrugada, cuando Ballesteros le abrió la puerta y pudo echarse en la cama dos horas antes de reemprender la marcha.

Así que el sueño del albergue y el hospitalero ‘sufrirán’ los Sampedros durante una semana. Aunque, como resume Ballesteros, que todo sea despertarse por la noche por unos fuegos artificiales.