Rosario Ortega Ruiz: "El bullying es una enfermedad social"

I.E.
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ENTREVISTA | Catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación por la Universidad de Córdoba, Rosario Ortega Ruiz es fundadora del primer observatorio europeo de la violencia escolar y juvenil

Rosario Ortega Ruiz. - Foto: Valdivielso

La catedrática por la Universidad de Córdoba Rosario Ortega Ruiz ofreció recientemente en Burgos una conferencia sobre violencia escolar y juvenil en el ciclo que organiza el Ayuntamiento y que lleva por título ‘Herramientas para educar’. En su opinión, en la actualidad no hay más casos de acoso entre niños, lo que ocurre es que hay más información y "son más visibles".ç

Si no fuera por el coronavirus más de un telediario llevaría entre sus noticias un caso de acoso escolar. ¿Hay ahora más agresividad en las aulas?
Hace mucho tiempo estas cosas pasaban y nadie hablaba de ellas, nadie las investigaba e incluso mucha gente pensaba que era algo normal.  No hay razón objetiva que nos lleve a pensar que ahora hay más violencia que antes. Los documentos históricos, los registros, incluso la literatura hablan de que la agresividad juvenil existe desde siempre, con manifestaciones violentas durísimas entre niños. Lo que hay es más sensibilidad social, y en esto los periodistas han jugado un papel importante, por este tipo de fenómeno. Y hay más de 30 años de investigación científica sobre el tema, con lo que puede dar la impresión de que hay más casos, que son más abundantes, pero no. Soy optimista, se habla más porque se sabe más.

¿Piensa que hay un exceso de información?
Creo que hay un exceso de mala información. Me quejo de la calidad de algunas informaciones, debido a que ahora hay más canales de comunicación, como las redes sociales, los sistemas digitales, etc. De hecho el bullying se va transformando en ciberbullying. No quiere decir que el primero desaparezca sino que ese se ha reducido y ha aumentado el acoso a través de teléfonos móviles, etc. Y es que han cambiado también las formas en que los niños interactúan. 

¿El acosador clásico, que tiene contacto físico con la víctima, tiene un perfil diferente al acosador a través de las redes sociales?
Se trata de un asunto interesante, ya hay una respuesta científica sobre ello. No digo que una víctima se pueda convertir en agresor pero tampoco lo estoy negando. El 70% de la población escolar se ve envuelta en casos de violencia. En el otro 30% no todos son víctimas o agresores y en algún caso pueden intercambiarse los papeles. El bullying es una enfermedad social, un fenómeno que acontece en la interacción de unos y otros. Es verdad que si uno se ve envuelto en este complejo proceso puede pasar que se empiece siendo víctima y, debido al gran daño sufrido, reaccione de forma violenta contra quienes les agreden. Nada de esto es matemático, eso es verdad.

¿De dónde procede la agresividad de algunos chavales?
Todos tenemos potencialidad de ser agresivos. Todos tenemos la posibilidad de que se nos victimice, de que se nos haga daño. El contexto familiar y escolar -no atención de los padres, de los maestros, etc- puede favorecer la aparición de la violencia, pero hay que tener en cuenta que en algunos niños existe la maldad. Unos son más malos que otros, eso no se puede negar. Pero no se trata de un fenómeno de buenos y malos. Yo enseño a mis alumnos a no simplificar, porque de hecho en el acoso escolar no solo hay agresor y víctimas, están también los seguidores del acosador, los espectadores, los espectadores que defienden a la víctima, etc. Es un proceso complejo e interesante para entender cómo es el alma humana y para comprender cómo evolucionan los niños y las niñas. 

¿Cómo se puede combatir ese fenómeno? ¿Los profesores están bien formados? ¿Los padres se confían demasiado y piensan que sus hijos no pueden ser ni víctimas ni maltratadores?
La formación de los maestros hasta hace poco no ha tomado en consideración este fenómeno. Ahora mismo hay mucha información y estamos en disposición de que los profesores se formen y se formen bien. Ya hay asignaturas sobre ello en la Universidad, para que los maestros aprendan a desestructurar el bullying. También hay necesidad de que la formación sea mejor, que vaya más lejos. 

Hay jueces y fiscales que se quejan  de que los centros no envían información sobre los casos de acoso en las aulas. ¿Es partidaria de judicializar este fenómeno?
Suelo tener bastante comunicación con los magistrados y se quejan de que los maestros en ocasiones no hacen nada. Pero los jueces también han de formarse en acoso infantil. Hace poco todos estábamos de acuerdo en que los jueces debían formarse un poco mejor sobre cómo funciona la violencia sexual. Pensábamos, que les den un cursillo. 

Entonces, ¿a los jueces les falta formación en el fenómeno del acoso escolar?
Sí, siento que es así. Igual que a los maestros les falta la sensibilidad para distinguir que una conducta puede constituir un delito o un crimen. En este tema la sociedad ha de estar correctamente informada. Lo que no puede suceder es que unos nos echemos la culpa a los otros. Los maestros a veces consideran que los niños tienen que venir buenos de casa. Y los padres piensan que la escuela no hace nada por educar a sus hijos. Esto es un juego de ignorancias y los jueces han de entrar a comprender también lo que es maltrato en las aulas. Algunos ya están entrando, algunos están muy motivados para aprender cosas que además proceden de la ciencia. No se trata de una cuestión de opinar, se trata de intentar conocer a fondo el fenómeno. Se trata de un tema muy serio, que lleva muchos años investigándose y que queremos seguir aprendiendo y difundiendo todos estos conocimientos a la sociedad.