Hasta el mes de marzo, cuando el virus trastocó de lleno las costumbres sanitarias, las Urgencias del Hospital Universitario veían pasar alrededor de 375 personas diarias. Ante el pánico generalizado a una enfermedad desconocida y muy contagiosa la afluencia se desplomó y en los días más agitados de la pandemia rozaba el centenar de pacientes. "Ahora estamos de nuevo en alrededor de 250", relata el doctor Francisco Callado, jefe del servicio.

De nuevo acude gente que por las características de su dolencia debería optar mejor por la Atención Primaria "porque el hospital sigue siendo un peligro para todos y mantenemos la instrucción de no pasar con acompañantes". Sin embargo, el responsable de Urgencias hace un llamamiento a no aplazar el rápido traslado cuando se trata de patologías verdaderamente apremiantes como ictus, infartos o insuficiencias cardiacas que si se demoran llegan demasiado descompensadas y con muchas menos opciones de ser corregidas.

Por otro lado, la vuelta paulatina a la vida resucita problemas relacionados con traumatología. De nuevo hay accidentes de tráfico, percances laborales o lesiones deportivas. "Estos días estamos viendo alrededor de 60 casos diarios cuando en el momento más bajo llegamos a tener menos de 15", explica Callado. Hay imponderables que la "nueva normalidad" no es capaz de suprimir.