"El virus ha cambiado la vida en el parque"

F.L.D.
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El cuerpo de Bomberos está al pie del cañón luchando contra la covid-19. Sus esfuerzos se centran en la limpieza de residencias, mercados y edificios públicos donde más gente se acumula. Su labor ha variado en el último mes pero sigue siendo muy dura

Dos efectivos desinfectan los puestos del Mercado Norte. - Foto: Patricia González

Casi todos los que combaten a la covid-19 a diario han tenido que reinventarse a marchas forzadas. El avance de la pandemia es, a partes iguales, imprevisible y rápido, por lo que la pelea se convierte en un complicado ejercicio de coordinación y eficacia. La vida en el parque de Bomberos ha cambiado mucho desde hace algo más de un mes. El enemigo es nuevo y ahora su labor es diferente, pero igualmente intensa. Los efectivos de este cuerpo municipal son, probablemente, los más activos en las labores de limpieza y desinfección en la ciudad. Además, son los encargados de acompañar a los equipos sanitarios a las atenciones en domicilios donde una víctima puede estar encerrada o con dificultades para poder moverse, lo que aumenta el riesgo en cada intervención. 

«La vida en el parque ha cambiado. Nuestra labor parece mucho más predeterminada, porque nos ocupamos de fumigar edificios y lugares públicos donde hay mayor posibilidad de contagio. Pero sigue siendo muy imprevisible, todo puede cambiar en un minuto», señala el cabo Roberto López. Por suerte, por el momento no han tenido que ver imágenes tan terribles como en otras provincias, en las que los bomberos han abierto domicilios donde los médicos no han podido hacer nada por salvar la vida de muchas personas. «Nuestro mayor inconveniente es que a veces nos toca salir a los pueblos de alrededor, y ese trabajo nunca sabes cuánto te va a llevar, así que tenemos que cubrirnos las espaldas y llamar a otro grupo», añade. 

La seguridad e higiene se convirtieron en piezas fundamentales desde antes de que el Gobierno decretase el estado de alarma. Los turnos son estancos, es decir, los efectivos que coincidan en el mismo horario van a ser siempre los mismos para minimizar los contagios en caso de que alguien de positivo. Además, los cambios de guardia siempre se hacen por puertas diferentes para no coincidir. «De momento», apunta López, «todos hemos dado negativo». 

El uso de las zonas comunes también ha cambiado y dinámicas establecidas en el parque, como la de hacer comidas, se han suspendido. «Ya solo nos dejan usar el microondas por seguridad», puntualiza Javier Pérez. Además, todo lo que se usa, como percheros, linternas o radios, se desinfecta con lejía después de cada turno. 
La limpieza de los edificios varía cada día. Los bomberos se reparten por turnos los lugares en los que hay que incidir más, como los ambulatorios, las carpas de triaje del Hospital Universitario -que se fumigan cada noche-, los supermercados y grandes superficies, y las residencias de la tercera edad. En la capital, este cuerpo se ha encargado de desinfectar el 80% de los asilos y ha actuado además en otros municipios del alfoz, como en Villagonzalo o el centro de Aspanias en Quintanadueñas. 

«Con agua y lejía, incidimos en las partes donde puede acumularse la gente o donde hay riesgo de que toquen, como las barandillas, los pomos de las puertas, las escaleras o los baños», indica Pérez. «Es una labor que, en principio, no se considera de riesgo y los protocolos son diferentes a los que seguimos si tenemos que asistir a una persona que puede estar contagiada», completa Roberto López.

Han sido varias las intervenciones en domicilios y, en estos casos, la precaución es mucho mayor para minimizar los riesgos. «Nos equipamos en el parque y una vez que trasladamos a una persona hasta la ambulancia desinfectamos las escaleras, el ascensor y todas las estancias en las que haya estado»,  señala el cabo. Este procedimiento es el mismo incluso en las atenciones en las que el enfermo no tiene coronavirus. «Muchas veces no lo sabes y es necesario ser igual de precavido», subraya. 

Como cabía esperar, el resto de incidencias en las que suelen intervenir los bomberos han descendido considerablemente, ya que no hay actividad industrial, comercial ni desplazamientos de vehículos. Lo único que ha subido, aunque muy ligeramente, son las aperturas de puertas de viviendas. Aun así, matiza Javier Pérez, a lo largo del último mes han tenido que compaginar su lucha contra el coronavirus con otras actuaciones, como incendios de coches, accidentes o fugas de aguas: «Por este motivo también hemos decidido bajar el mínimo de efectivos, lo que reduce también el riesgo de contagio», concluye.