La Mujer Rural tiene un día dedicado en el calendario anual: el 15 de octubre, establecido por Naciones Unidas en 2007. Una declaración internacional para reconocer su contribución al desarrollo agrícola y rural.
Sin embargo, el término 'mujer rural' debería abarcar un mayor espectro de casuísticas y realidades. Porque, si bien es verdad que el medio rural es eminentemente agrícola y ganadero, también es cierto que nuevas generaciones de mujeres residentes y comprometidas con este entorno desarrollan y promueven desde hace tiempo otras actividades económicas.

Actividades que contribuyen a crear un tejido económico diverso que va a tener un papel fundamental en la fijación de la población y la supervivencia del medio rural.

Es verdad que tradicionalmente los titulares de las explotaciones agrícolas y ganaderas han sido hombres y es comprensible que durante un tiempo se haya puesto el foco en animar al sexo contrario a tomar la iniciativa en este terreno. 

Pero ahora las mujeres no necesitan ser incentivadas exclusivamente en esta línea. Porque también puede ser mujer rural una economista, abogada, geóloga, arquitecta, diseñadora, actriz, corredora de seguros o periodista. Imaginen su potencial si además habla más de un idioma.

Por ello reitero por milésima vez que lo que más incentiva a una persona, mujer u hombre, a establecerse y promover el desarrollo del medio rural es que en éste haya servicios básicos adecuados: una sanidad rural decente, transporte, conectividad… y estos servicios ya atraerán después otros: colegios, comercios, farmacias, bares, que harán de los pueblos lugares suficientemente atractivos para llevar a cabo un proyecto de vida.

Los usos y costumbres también son importantes, señor Mañueco; pero, por favor, revise bien la lista de prioridades.