Editorial

La presencia de nuevos actores y alianzas remueven el tablero político

-

Pese a que las encuestas vienen augurando una tendencia cercana al regreso del bipartidismo, el retroceso de los dos grandes partidos en favor de la llamada 'nueva política' no vaticina una vuelta abrupta a la alternancia. Con esta premisa, formaciones emergentes, junto a las consolidadas en el actual escenario político, tendrán la llave de la futura gobernabilidad. De nada le va a servir al PP hacer de menos a Vox, cuando necesitará sí o sí de su apoyo, y de poco le valdrá a Sánchez aparentar que impone su ley ante su socio de Gobierno, cuando su permanencia en La Moncloa dependerá de los podemitas. Hoy, unos y otros, gobernantes y aspirantes, velan armas. Demasiado pronto, con demasiada legislatura en el horizonte.

Si por un lado se espera un crecimiento importante de Vox en cada territorio, la izquierda a la izquierda del PSOE sigue tratando de atenuar las consecuencias de su paso por el Gobierno sanchista, en el que su nivel de influencia se ha manifestado tan ruidoso como estéril (la subida pírrica del salario mínimo, la 'derogación' del mercado laboral y las controvertidas campañas del ministro de Consumo, Alberto Garzón, es lo más sobresaliente de la aportación de Unidas Podemos). Las noticias en la formación morada han llegado más por la sucesión de su líder histórico, Pablo Iglesias, que por su peso en el Ejecutivo. En un proceso de caída libre han generado una estrella que ha fagocitado a la pléyade liderada por referentes como Irene Montero o la emergente Belarra. Es Yolanda Díaz quien ha asumido el reto de coser al espectro más progresista del escenario político. En el contexto de la búsqueda de un liderazgo fresco en la izquierda se explica el cónclave que unió a la valenciana Mónica Oltra, a Ada Colau y la portavoz de Más Madrid, Mónica García. Pese a no contar con el beneplácito del núcleo duro de Podemos, Díaz encabeza un proceso de renovación que reúne simpatías y oposición (mejor que indiferencia) a partes iguales.

La reunión auspiciada por Díaz no dista, pese a las diferencias ideológicas, de la estrategia de una Ayuso que está provocando una lucha cainita en el seno del PP. La alternativa llega de la mano de voces femeninas y, en principio, secundarias. Si Yolanda Díaz tiene mucho camino recorrido, la figura de Ayuso gana enteros, incluso a riesgo de debilitar a su propio partido.

Si a lo anterior se le suma el peso que pueda adquirir en los próximos comicios una España Vaciada, a la que las encuestas conceden cerca de 15 escaños, no es de extrañar que los partidos, con la sucesión de congresos territoriales, apunten más a un no tan inminente paso por las urnas que a una gestión del día a día que se mueve entre el exagerado optimismo de Sánchez y las previsiones más oscuras que llegan de los organismos internacionales.