Torre de Miranda, harta del vandalismo, pide más seguridad

R.C.G.
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Los vecinos del complejo residencial aseguran vivir «llamando a la policía cada cinco minutos» por peleas y actos delictivos

Imagen de una reunión de adolescentes que acabó en pelea el fin de semana. - Foto: DB

Una pelea entre adolescentes ocurrida el sábado ha sido la gota que ha colmado la paciencia de los vecinos de Torre de Miranda, cansados de que la escena se repita cada fin de semana. El complejo residencial siempre ha sido un lugar de reunión recurrente para los jóvenes, pero desde la pandemia es cada vez más frecuente ver a grupos multitudinarios, lo que ha derivado en otros problemas de vandalismo: destrozo de mobiliario, botellones o pintadas. 

«Estamos hartos y nos sentimos abandonados», aseguran los vecinos, que piden medidas concretas para atajar la situación antes de que «tengamos que lamentar algo más grave». Como primer paso reclaman mejorar el alumbrado en el recinto, ya que eso ayudaría a reducir la sensación de impunidad de quienes cometen los delitos, pero sobre todo piden reforzar la vigilancia. 

Rara es la semana que el parte de actuaciones policiales no refleja alguna en Torre de Miranda.  «Solo vienen cuando les llamamos pero deberían realizar una mayor vigilancia en la zona sin esperar a que seamos los vecinos los que tengamos que avisar constantemente», afirman los afectados, que consideran que la cantidad de intervenciones en el lugar debería motivar que se reforzara la presencia policial como elemento disuasorio porque «esto ya no se soluciona con poner un día cuatro multitas que en muchos casos ni siquiera se pagarán, porque ha llegado un punto que los infractores ni siquiera respetan a los agentes y cuando se van, ellos siguen a lo suyo como si no pasara nada». 

Además, aseguran que muchas veces cuando reclaman la presencia de los agentes, la patrulla tarda mucho en llegar o directamente no va. «El motivo que nos dan es que están bajo mínimos en algunos turnos, un problema que debe solucionar el Ayuntamiento pero que pagamos nosotros, que somos quienes sufrimos los actos delictivos». 

Los residentes en Torre de Miranda afirman que el problema va más allá de grupos numerosos sin mascarilla, consumo de bebidas alcohólicas o incluso grafitis. «Entran a los portales forzando las cerraduras, vacían extintores y hasta hacen sus necesidades dentro», apuntan. También están los que hacen caso omiso a las señales que impiden la entrada a personas ajenas y convierten el complejo residencial «en un circuito» para los coches o «atropellan con sus bicicletas a los vecinos y te plantan cara si les dices algo».