Jugar sin público neutraliza el factor campo. Sin la presión de las gradas en las once jornadas que restan, ya no tendrá tanta importancia ser local o visitante. Las estadísticas de la Bundesliga alemana así lo demuestran ya que en la primera gran competición europea en reanudarse se ha invertido la tendencia de resultados y no son tan habituales los triunfos en casa como antes del parón.   

A pesar de la polémica desatada por Las Palmas al manifestar su intención de jugar con espectadores y aforo reducido, todo apunta a que las autoridades sanitarias impedirán esta opción. Por eso en los últimos días todos los entrenadores han trabajado el aspecto psicológico para adaptar a sus plantillas a la sensación de saltar a un estadio vacío. 

En el Mirandés, Andoni Iraola programó esta semana un partidillo en Anduva para que sus jugadores se vayan acostumbrando a ver las gradas sin gente. Para el Mirandés será clave no perder su fortaleza como local ya que Anduva ha sido casi inexpugnable esta temporada. Desde que en agosto el Cádiz ganara por la mínima, ningún otro equipo ha conseguido llevarse los tres puntos del feudo rojillo, una racha que el equipo prolongó en la Copa ya que Celta, Villarreal y Sevilla mordieron el polvo en su visita a Miranda. Solo la Real Sociedad en semifinales fue capaz de poner fin a esa imbatibilidad. 

Hasta el líder de Segunda ha perdido más veces en su casa que el Mirandés. Los rojillos no son el club que más puntos (25 unidades) ha sumado como local ya que ha cosechado muchos empates, pero sí el que menos derrotas ha sufrido ante su público junto a la Ponferradina. Por este motivo conservar el factor campo se antoja fundamental para los de Iraola en la recta final de la Liga ya que de ello dependerán en gran medida sus opciones de pelear por metas más altas que la permanencia. 

El primer rival en pisar Anduva en la reanudación  será el Numancia, precisamente uno de los conjuntos que peor estadística presenta a domicilio ya que solo ha logrado 12 puntos lejos de su estadio. Será una buena piedra de toque para comprobar la adaptación de los rojillos a jugar sin espectadores y sin ese plus que da la afición cuando las fuerzas empiezan a flaquear en los últimos minutos.