Capital burgalés para preservar la Patagonia chilena

G. Arce
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Un grupo de aficionados invertirá un millón de euros en una fábrica de pellet en Coyhaique, cuyo objetivo último es preservar uno de los paraísos para los amantes de ese deporte del planeta

José Juan Martínez, dueño de Molienda y Granulación, posee una gran experiencia en la fabricación de pellet como alimento ganadero. - Foto: Valdivielso

La Patagonia chilena, y más en concreto la región de Aysén y su capital, Coyhaique, es uno de los últimos paraísos de pesca del planeta. Ríos, lagos, fiordos, glaciares y montañas se han convertido en lugar de peregrinación de los aficionados a la pesca a mosca burgaleses, que no dudan en soportar más de 14 horas de avión para capturar gigantescos salmones King y truchas extraordinarias en escenarios paradisíacos cercanos a los hielos antárticos. El empresario José Juan  Martínez y el psiquiatra Luis Alberto González, entre muchos otros, mantienen su cita anual con este paraíso y, entre lance y lance, han constituido una cuadrilla integrada por otros españoles y también por chilenos patagones.

Hace dos años, en el descanso de una jornada a pie de río, surgió la idea de poner solución a una de las preocupaciones que les embargaban. Su paraíso, Coyhaique, es la ciudad con más polución de Latinoamérica. Sus 90.000 habitantes viven buena parte del año bajo una nube intensa de humo procedente de las estufas con las que calientan sus casas, la mayoría prefabricadas. Pese a que sobran la madera y los bosques en este rincón del planeta, la costumbre es quemar madera verde porque es más barata. La consecuencia: el ambiente es irrespirable en las calles y se está poniendo en peligro la Patagonia y la salud de sus habitantes.

El Gobierno chileno quiso poner coto al mal de la leña húmeda y estableció un ‘plan Renove’ para la sustitución de las viejas estufas por otras de pellet. Se vendieron más de 7.000 a 30 dólares la unidad pero el humo siguió cubriendo la ciudad. José Juan Martínez, director general de Molienda y Granulación, con sede en Villalonquéjar, y su cuadrilla de pesca quisieron poner su granito de arena en esta tarea hace dos años. Comprobaron que no había fábricas de pellet en miles de kilómetros a la redonda y, reuniendo toda su experiencia como empresarios, ingenieros, abogados..., optaron por crear la suya propia, Bio PatagoniaS.A.

Los ocho socios fundadores no solo venderán pellet sino estufas y leña seca certificada, y todo ello con la implicación de los habitantes y vendedores de madera del lugar, y con unos costes un 25% inferiores a los que se ofrecen en la actualidad. El pellet será un producto local y procederá de los residuos vegetales procedentes del raleo y la limpieza de los montes de la zona, lo que contribuirá a reducir el alto riesgo de incendios.

La inversión es de un millón de euros y la previsión es la creación de 12 a 15 puestos de trabajo. Ya se ha alquilado por 7 años una antigua serrería en Villa Ortega (7.000 metros cuadrados de instalaciones). La maquinaria para la fabricación de pellet se ha comprado y se instalará a principios del próximo año para empezar a operar cuanto antes.

El burgalés José Juan Martínez es el accionista mayoritario de este proyecto, en el que ha puesto toda la experiencia familiar en la fabricación de pellet de paja como alimento para el ganado, una tarea que le permite exportar a varios países.

Los socios de Bio Patagonia acaban de regresar de Coyhaique, donde han presentado en sociedad la primera empresa extranjera que se crea en este lugar, lo cual ha tenido una gran aceptación local.

Todavía inmerso en la ‘resaca’ del largo viaje, Martínez insiste en que todo esto lo hacen por su amor a la pesca y la naturaleza, su deseo de conservar la Patagonia como la han conocido, favorecer el desarrollo de los lugareños (siempre amables y cercanos a los españoles) y, lógicamente, obtener rentabilidad.