Rosalía Santaolalla

Sin entrar en detalles

Rosalía Santaolalla


Desayunos

21/10/2021

A un adolescente actual hay que ponerle en contexto para ver ciertas películas: El hombre tranquilo, por ejemplo, que me encanta, aunque de pequeña ya me incomodó la escena en la que John Wayne lleva arrastras a Maureen O´Hara por los prados de Innisfree para que vea cómo -por fin- acaba liándose a puñetazos con el cuñado por la dichosa dote. La peli de Ford me gusta porque va de muchas más cosas: amor, amistad, buena vecindad, búsqueda de las raíces y uno de los mejores besos de la Historia del Cine. Con Pretty Woman, sin embargo, no parece que haya que explicar mucho porque tiene un argumento simple como el asa de un cubo: chica encuentra señor con el que llega a acuerdo ventajoso y luego se enamoran y comen perdices. Total, a quién le importa que ella sea prostituta y él un rico que la pasea y posee como un trofeo, si al final a ella le declaran amor con ópera de fondo y él supera su miedo a las alturas. Con tan arrebatadora historia, a una se le pasa que contiene un desayuno que, por lo visto, merece la pena replicar en algunos bares de aquí en los próximos días. 
En muchas películas y series se desayuna; en algunas mejor que en otras. Esa ruidosa mesa de familia italo-neoyorkina en las que unos perdonan infidelidades y otros se juran amor eterno en Hechizo de Luna. El diner de Los Ángeles en la que John Travolta y Samuel L. Jackson comen tortitas y Tim Roth y Amanda Plummer la lían parda en Pulp Fiction. El enésimo desayuno lleno de colesterol malo, cafeína y nicotina de Phil Murray frente a una perpleja Andie MacDowell en Atrapado en el Tiempo. Incluso se puede recrear la escena inicial de Reservoir Dogs, en la que una mesa llena de asesinos trajeados discute sobre la literalidad del Like a Virgin de Madonna y la conveniencia de dejar propina a los camareros. Yo opto por esta: esa última conversación la clavamos en España. Y cuando se acaben las referencias cinéfilas podemos pasar a las series, empezando por los desayunos de Los Serrano, con sus niños, su cuñado jamonero y el abuelo batallitas. Yo me reservo los de Downton Abbey, donde las señoras casadas podían desayunar en la cama, pero el resto bajaba a un comedor donde se enteraba de todos los cotilleos y leía los periódicos planchados por el mayordomo. Molaba mucho más, dónde va a parar.

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