Tiempos inciertos, analizados por el abad de Silos

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Lorenzo Maté repasa en una amplia entrevista con DB el momento que está viviendo la sociedad tan complejo por el virus desde el 'confinamiento' voluntario de los monjes

Tiempos inciertos, analizados por el abad de Silos - Foto: Jesús J. Matías

Es muy consciente del peso histórico y simbólico del Monasterio de Silos y trabaja para preservarlo -dice- sobre todo por el legado de los que le antecedieron. Pero no es el abad, Dom Lorenzo Maté, muy amigo del ruido. Ya lo advirtió cuando fue nombrado en 2012 por elección democrática de sus compañeros y así sigue. Todo lo que ocurre entre las paredes del cenobio que dirige es trabajo y oración con el objetivo de buscar a Dios, «una búsqueda que se hace en soledad y en retiro», en palabras de un hombre que no ha conocido otra vida que la religiosa y que está vinculado al monasterio -salvo dos estancias en Roma y en Madrid- desde que con 11 años le llevaron al internado que allí había en la década de los sesenta del siglo pasado: «No he conocido otra vida pero tampoco la he echado de menos».

¿Qué supuso el confinamiento para una comunidad como la suya, ya acostumbrada a estar apartada del mundo?

Nosotros estamos habituados a vivir un poco solos, que no aislados. El confinamiento, en cuanto forma de vida, no ha supuesto un gran cambio, aparte de que el monasterio está preparado, con espacios amplios, claustros, galerías y la huerta, por donde hemos podido pasear y nos ha dado el aire. Sí que nos ha resultado extraño tener la iglesia cerrada y sin la asistencia de los fieles, celebrar toda la Semana Santa sin ellos. Por lo demás, hemos estado bien los 28 que somos ahora de comunidad -30 éramos durante el confinamiento pero dos que estaban probando esta vida lo han dejado- nos hicieron una prueba en mayo y dieron todas negativas y ahora que se ha abierto el turismo y la hospedería tenemos que ir con mucha precaución.

¿Han podido palpar la crisis que se está viviendo en la sociedad, la situación crítica que padecieron los hospitales, el gran número de muertos, el agobio de la gente confinada en sus casas, los aplausos a los sanitarios..?

Lo hemos seguido a través de los medios de comunicación, sobre todo la prensa, aunque también en algún momento hemos visto la televisión. Y luego hemos tenido personas cercanas que han padecido y sufrido con la enfermedad y conocemos todo el sacrificio llevado a cabo por los médicos y enfermeros en la atención a las personas, aunque no solamente ellos sino todos los trabajadores de los servicios básicos y por los sacerdotes y religiosos que han estado en los hospitales y en los cementerios dando calor humano en una situación tan triste y tan desconsolada.

¿Algo así debería hacernos reflexionar como sociedad?

Evidentemente. Es un toque de atención pero no es un castigo divino por los pecados cometidos -en el Antiguo Testamento las desgracias se interpretan así pero no en el Nuevo porque la muerte de Cristo si se interpretara así hubiera sido por sus pecados y él no cometió ninguno- aunque también hay ciertas tendencias, incluso en algunos grupos de la iglesia, a pensar de esta manera. No es un castigo pero sí un toque de atención porque quizás debemos ser más cuidadosos, por ejemplo, en el trato de los procesos alimentarios, porque, sin lugar a dudas, la pandemia ha surgido por negligencias humanas o por egoísmo.

Hay quien ha visto esta situación como una oportunidad...

Sí, desde luego, una oportunidad para pensar, porque se llevaba una vida demasiado ajetreada, con muchos viajes, muchas comunicaciones y mucho trato social.

Hubo optimistas que decían que de esta íbamos a salir mejores. ¿Usted lo cree?

Yo creo que la persona humana no cambia tanto, habrá algún grupo, alguna persona... pero como sociedad, en cuanto pase un tiempo o tengamos una vacuna tenderemos a vivir como lo estábamos haciendo antes.

¿Han venido al monasterio o les han llamado personas buscando algún tipo de consuelo en este tiempo convulso?

Sí, han llamado y han escrito muchas personas pidiendo oraciones y luego también hemos celebrado algunas eucaristías por personas que han fallecido durante la pandemia. La oración está bien para pedir fortaleza y salud en los enfermos pero también para pedir inteligencia y conocimiento en los científicos que están investigando porque es cierto que las cosas humanas necesitan soluciones humanas, lo que no quiere decir que Dios, aunque actúe siempre a través de los medios naturales como es el hombre, no pueda actuar y curar de una forma que a nosotros se nos escapa porque para eso es Dios, pero siempre nuestra relación con Dios es desde nuestra indigencia, desde nuestra necesidad y con la confianza en que él puede ayudarnos.

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(Toda la amplia entrevista en tres páginas, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)