Entrar en un bar y escuchar de fondo esa canción que tantos recuerdos te trae; esa que ponías una y otra vez en aquel Peugeot 205 color azul oscuro de segunda mano que conducías nada más obtener el carné de conducir; algunas veces hasta seguías dando vueltas sin rumbo fijo sólo por poder seguir escuchando esa canción. Han pasado veinte años de eso pero está claro que hay canciones que nos marcan.

Hace unos días, el grupo burgalés Cronómetrobudú publicaba su sexto trabajo; ‘Esperanto’, con ese nombre han decidido bautizarlo. En él se esconde una de esas canciones de las que hablo, de las que dejan huella; de las que marcan para siempre, al menos para mí.

Un día de hace ya unos meses; así, sin esperarlo ni mucho menos, me enteré que me habían escrito una canción; no daba crédito. No me lo podía creer; mi lucha y mi pelea personal habían conseguido inspirar a alguien hasta el punto de crear y musicalizar una linda canción; una canción que se podía haber quedado en eso: en unas letras acompañadas por una guitarra y que podía haber sido relegada a ser interpretada en el ámbito privado. Pero no; decidieron ir más allá con ella; la llevaron a un estudio, la grabaron, incluso contaron para ello con un traductor de esperanto que declina el poema de Zamenhof ‘Ho, Mia Kor’ hacia la parte final de la misma. Se ha masterizado y se ha publicado junto a las demás canciones que conforman el disco; como eso, como una más. No tengo palabras para describir el sentimiento que se ha despertado en mí. Me han hecho feliz y lo mejor de todo es que de alguna manera me han convertido en inmortal; porque Lou un día desaparecerá de este mundo, antes o después, pero mi preciosa ‘Luna (Louna)’ jamás lo hará.