El efecto Sanders sigue vivo

M.R.Y (SPC)
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El veterano senador por Vermont mantiene su «revolución» socialista y el respaldo del electorado más joven como principales pilares para conseguir la nominación del Partido Demócrata en las presidenciales de 2020

El efecto Sanders sigue vivo - Foto: JOSHUA LOTT

Faltan poco menos de 14 meses para que los demócratas de EEUU elijan a su candidato para las presidenciales de noviembre de 2020 y ya se están moviendo fichas en el tablero, donde la reina esta vez no será Hillary Clinton, que se autodescartó hace dos semanas, pero el rey sí que podría ser Bernie Sanders, su rival en las últimas primarias.

Es más, el senador por Vermont, que anunció su postulación el pasado febrero, ya se ha dado varios baños de multitudes y mantiene ese espíritu de «revolución» con el que intentó dar la sorpresa en 2016.

El veterano político, de 77 años y autoproclamado «socialista democrático», conserva su tirón, sobre todo entre los jóvenes, en los que caló su mensaje progresista de las anteriores elecciones internas. Un discurso del que han tomado nota varios de sus contendientes para esta nueva batalla, entre ellos, pesos pesados de la formación como los senadores Cory Booker, Kamala Harrys o Elizabeth Warren. 

Sin embargo, Sanders parece llegar más. Su candidatura era esperada y así se notó. En apenas un día, recaudó casi seis millones de dólares. En una semana, ya contaba con 10 millones procedentes de cerca de 360.000 donantes.

Las encuestas también lo demuestran. Es el preferido, de largo, entre los que ya han hecho pública su aspiración. Eso sí, su talón de Aquiles se encuentra, precisamente, fuera de la carrera oficial: el exvicepresidente Joe Biden le supera en los sondeos. Pero el que fuera número dos de Barack Obama también era el más esperado en 2016 y finalmente se quedó en un deseo de los votantes y no se presentó.

La situación ha cambiado notablemente desde entonces. Hace tres años, Sanders fue tildado por algunos sectores de su formación de «radical y extremista» por sus propuestas izquierdistas, más allá del tono liberal acostumbrado en el partido. Actualmente, con Donald Trump en el poder, tal vez es la postura más progresista la que pueda dar un vuelco en las urnas. En 2016, el país se preparaba para despedir al también demócrata Obama de la Casa Blanca. Ahora, un republicano populista y nacionalista ocupa el Despacho Oval y las políticas de Sanders suponen el antagonismo perfecto para quienes quieren desbancar al magnate.

«Han pasado tres años y, como resultado de millones de estadounidenses alzándose y luchando, todas esas políticas que eran extremas y más son ahora apoyadas por una mayoría de ciudadanos», aseguró el senador hace unos días ante miles de personas.

Su programa se mantiene, la «agenda progresista» que ahora muchos intentan calcar y que se basa principalmente en programas sociales -sanidad y acceso a la universidad gratuitos, por ejemplo- y unas mejoras económicas para la clase media -incremento del salario mínimo-. Y vuelve a tener un importante reto en las primarias: captar a las minorías, un sector que se le resistió frente a Clinton y que, ante las políticas migratorias de Trump, se antoja vital para lograr, no solo la nominación, sino, incluso, la Presidencia en 2020.

Ahora solo le queda seguir avanzando y descontar los días para conseguir su «revolución política».