"Si no se actúa, en 15 años no quedará nadie en los pueblos"

R.P.B.
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El alcalde de Virtus, pequeña localidad ubicada en el norteño Valle de Valdebezana, es también presidente de la Federación Independiente de Entidades Locales Menores (Fielm), una de las voces principales y más reinvindicativas de la España vacía

Juan Carlos Díaz, presidente de la Federación de Entidades Menores y alcalde pedáneo de Virtus - Foto: Luis López Araico

Cansado de escuchar promesas vacías cada vez que llega una campaña electoral, tiene clara una cosa: para salvar el mundo rural, para ‘repoblarlo’, hace falta voluntad. Y mucho dinero.

¿España vacía o vaciada?

Las dos cosas. Vacía y vaciada. Y la perspectiva que tenemos en el país para los próximos siete años es de una pérdida de población que se estima de un 4,5 por ciento según el Instituto Nacional de Estadística. En Castilla y León será el doble. Es un problema muy serio. En los pueblos va a ser algo catastrófico. La situación es crítica.

¿Llega demasiado tarde el grito de quienes viven en desiertos demográficos?

Llega tarde. Los partidos que han gobernado en las últimas décadas conocen perfectamente la situación. Lo que ha ocurrido es que no ha habido interés. Porque sólo se ha querido rentabilizar el voto en clave económica. Lo han conseguido mucho más fácilmente en una ciudad que en un pueblo pequeño.

¿Se han sentido olvidados, ninguneados?

Desde siempre. De hecho, en los últimos 25 años no ha habido ninguna línea política favorable al mundo rural, sino más bien han sido todas perniciosas. Hemos perdido población continuamente y nadie ha dicho: esto no puede seguir así. Hasta la Unión Europea advirtió a España de sus nefastas políticas para con el mundo rural y su respuesta fue querer suprimir ayuntamientos, juntas vecinales... Un centro administrativo cercano facilita las cosas. Y además, los más pequeños están mejor que los más grandes: no hay déficit, entre otras cosas porque a veces no te dejan gastártelo, no te dejan invertir, te impiden generar riquezas, desarrollar políticas. Ahora en campaña todos hablan de despoblación... Pero sólo hablan.

¿La situación es irreversible?

La situación es prácticamente irreversible a no ser que se empiecen a adoptar una batería de medidas y cualquier otra que suponga atraer población a las zonas rurales y para ello los gobiernos autonómicos, locales, estatal y la UE, deben de iniciar unas nuevas políticas, que aunque supongan un incremento de gasto para ellas, van a suponer a medio y largo plazo, una recuperación y redistribución de la población que generará un desarrollo más sostenible y equilibrado entre regiones y pueblos que mejore en última instancia la calidad de todos los que vivan en zonas rurales.

De un tiempo a esta parte esa España vacía/vaciada ha intentado salir de su invisibilidad, de ese olvido casi ancestral como nunca antes había hecho. ¿Le mueve a la esperanza?

Llevamos muchos años peleando. No es algo de ahora. Es cierto que ahora parece que todo el mundo habla de ello, que si los pueblos, que si el campo...

Hubo una gran sangría poblacional en el mundo rural en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, la hemorragia no se ha detenido. ¿A qué es debido?

Básicamente a las políticas de incremento del desarrollo industrial en todas las ciudades. Las propias urbes hicieron lo imposible para que la población rural se acercara a ellas. La tendencia a concentrar población es los núcleos más grandes es inevitable. Y siempre se hace a costa de los núcleos rurales. Y sigue pasando. Las dinámicas son así, y la situación ahora mismo es casi irreversible, aunque quiero pensar que pueda llegar un gobierno que con la ayuda de la Unión Europea tome medidas que palíen este déficit de población. Es que los pueblos se van a convertir en páramos. En diez o quince años no va a quedar nadie en ellos. Si no se corrige la situación será caótica. Los dos factores principales en la actualidad de esa pérdida de población es la fuerte mortalidad generada por el envejecimiento de los habitantes de estos núcleos, lo que conlleva que no exista relevo generacional, y la migración laboral hacia las ciudades en el pensamiento de obtener mejores condiciones y oportunidades de trabajo.

Y la dispersión no ayuda.

Exacto. A esto habría que añadir la fuerte dispersión geográfica de los núcleos que existe en el interior peninsular y que ha supuesto, debido a la inexistencia de políticas adecuadas, el abandono progresivo y masivo hacia zonas más pobladas.

¿Con qué medidas se frenaría la despoblación e incluso poder recuperar población en el campo?

Hay que poner medios. Pero es que ya no se trata de frenar la despoblación. Sino de repoblar. Y eso pasa por dotar de incentivos económicos a la gente, sobre todo a la más joven, para que quiera asentarse en los pueblos. A partir de ahí, generar oportunidades de empleo, de negocio para recuperar o al menos mantener las estructuras mínimas de servicios de un pueblo cualquiera.

Eso está bien, pero se antoja que sería necesario algo más...

Políticas de índole familiar que hagan incrementar la tasa de natalidad de las parejas jóvenes que residan en los pueblos con incentivos económicos por cada hijo superiores a las que se obtengan o se puedan implantar a nivel general; establecimiento de planes de vivienda con ayudas para la rehabilitación y adquisición de estas (en los casos de primeras residencias); ayudas para la dependencia superiores a las existentes a nivel general; mayor financiación para que la sanidad y la educación no se ven minoradas tanto en medios materiales como económicos; incremento de inversiones en las comunicaciones de las zonas rurales; dotar de acceso a internet a los pueblos que carezcan de esta tecnología con bonificaciones en el servicio que posibiliten un menor coste para el usuario en comparación con las ciudades; dotar de medios a las administraciones locales; establecer líneas de financiación para el asentamiento de empresas o pequeños negocios con incentivos fiscales; incentivar fiscalmente a empresas y ciudadanos con reducciones del IRPF, rebaja de impuestos como el IBI, IAE, IVTM, y supresión del ITP. La lista es larga...

Para todo eso hace falta voluntad política y dinero. Mucho dinero.

Claro. Son los políticos los que van a decidir si los pueblos se mantienen. Y está claro que si no se invierte, si no se dedica dinero para implementar medidas que permitan que la gente vuelva a los pueblos, va a ser imposible. Y nos encontraremos con lo que eso conlleva, porque el territorio que se abandone tendrá que mantenerse de alguna manera. Es decir, que las administraciones tendrán que dedicar recursos económicos para una conservación más o menos adecuada. Existe una deuda histórica con el mundo rural. Y estoy seguro de que si se incentivara, muchas empresas se pensarían instalarse en núcleos rurales. Si no se inyecta dinero en el sistema, por mucho que queramos y aunque haya gente que vea que en un pueblo se puede vivir bien, no saldremos adelante.

Puede ser, pero tendrían el inconveniente de la mala calidad de las comunicaciones... La falta de buenas infraestructuras.

Es que va todo asociado. Pero ahora estamos viviendo otro poblema importante en las grandes ciudades, que es la contaminación. Y que cada vez va a más. Bueno, pues intentemos dispersar todo lo que se pueda esas concentraciones que son tan malas para la salud. Dispersemos las industrias, los negocios, las poblaciones para, así, lograr un territorio mejor mantenido, más distribuido, más equilibrado. Esto redundaría en beneficio del ciudadano. Para ello hay que convencer a comunidades autónomas, ayuntamientos... Lo que está claro es que así no podemos seguir. Lo que hay que preguntarse es: ¿qué calidad de vida queremos tener? Son los gobiernos los que deben tomar conciencia de ello.

¿Cuále son los principales problemas con los que conviven quienes hoy resisten casi heroicamente en los pueblos?

Por ejemplo, las trabas administrativas. Son tremendas. Para cualquier cosa. La carencia de población y por tanto la carencia de actividad conlleva a que cada vez haya más espacios naturales declarados, más parques, más lugares protegidos. Si alguien quiere poner en marcha una actividad relacionada con el deporte o un centro de turismo rural, por ejemplo, se las ve y se las desea. Y es algo absurdo. Entiendo que hay que respetar criterios ambientales, etc, pero la legislación parece hecha para entorpecer iniciativas y actividades que pueden ayudar a fijar población en las zonas rurales.

Se ha demostrado la importancia y la necesidad de las entidades locales menores en un marco de crisis poblacional. ¿Y las diputaciones? ¿Son importantes?

La función de las diputaciones en Castilla y León es la de distribuir fondos a los ayuntamientos y las juntas. El problema es la operatividad y si efectivamente es preciso tener diputaciones y comunidades autónomas. Las funciones legales que tiene la Diputación son básicamente las mismas que tienen los ayuntamientos. Creo que se podría prescindir perfectamente de las diputaciones. Pero ojo: manteniendo los empleos en los servicios que corresponden a las diputaciones. No a las residencias, que es el gran agujero que tiene la Diputación de Burgos: más de 35 millones de euros anuales que es a costa de nuestro sacrificio, de los municipios de menos de 20.000 habitantes. Ejerce competencias que no le corresponden. Además, en las diputaciones se ejerce una política clientelar.

¿Qué reproches le hace a la Junta de Castilla y León? ¿Es la cobertura sanitaria uno de ellos?

Lo que pasa es que la Junta tiene un problema muy serio: que todos los años está generando un déficit de 500 millones de euros sólo en Sanidad. Es una deuda tremenda. Y aquí el problema es la dispersión: hay que distribuir a los profesionales de manera que cubran todo el territorio. Y eso es muy difícil. Con la crisis no se han generado ofertas de empleo.

Y se pierden plazas. Y no se reponen. Y el servicio merma. Tenemos el problema de la sanidad, pero también de la educación.

¿Es la UE uno de vuestros principales aliados?

Sí, pero al final la financiación es limitada, a través de los grupos de acción local. La UE puede tener una directiva y los gobiernos cumplirla o no, que esa es otra. Sin dinero no se puede hacer nada. Con dinero, hay más probabilidades de salir hacia adelante.