Vacunados pero en guardia

Adaya González (EFE)
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Cada vez hay más personas inmunizadas que, sin embargo, se contagian de COVID-19. ¿Por qué? Porque la doble dosis no es sinónimo de esterilidad frente al virus sino de protección ante los síntomas graves de la enfermedad

Vacunados pero en guardia

Cada día se dan casos de personas vacunadas que se contagian de coronavirus, aunque en su mayoría no presentan síntomas o son muy leves. Muy pocas acaban en el hospital, pero lo que cabe esperar si se mantiene este ritmo de vacunación es que el número de ingresados con pauta completa supere al de los que no lo están.

Esto no sería sino la consecuencia de que la cobertura vacunal ha alcanzado una cota más que deseable sin olvidar lo fundamental: que con los sueros, el número de hospitalizados y fallecidos es notablemente inferior al que habría sin ellos. Así lo explican José Manuel Jiménez, investigador en el Departamento de Enfermedades Infecciosas del King’s College de Londres, y Manuel Franco, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alcalá de Madrid y de la Johns Hopkins University.

Todavía hay quien se pregunta cómo es posible que personas con la pauta completa estén infectándose si lo que nos dicen es que más del 87 por ciento de los mayores de 40 años está ya protegido con sus dosis correspondientes. La respuesta es la que se ha dado siempre: ninguna de las vacunas actuales es esterilizante. Es decir, no previenen el contagio.

Un sanitario, ataviado con el equipo de protección individual (EPI) durante su trabajo.  Un sanitario, ataviado con el equipo de protección individual (EPI) durante su trabajo. - Foto: Eduardo Sanz¿Y aún así son tan efectivas como nos cuentan? Lo primero que hay que recordar es que ninguna lo es al 100 por 100, y lo segundo, que su objetivo principal no es evitar la infección, sino que las personas desarrollen formas graves de la enfermedad y fallezcan. Y es en este terreno en el que están desplegando todo su arsenal.

«La efectividad de las vacunas hay que valorarla principalmente en la prevención de la enfermedad, los ingresos hospitalarios y las muertes. De hecho, lo que estamos viendo es que, aunque las personas vacunadas pueden contagiarse, la infección suele ser asintomática o con síntomas leves», afirma Franco. Con lo que su principal función «está más que cubierta», añade.

El 31 de enero pasado la incidencia rozaba los 900 casos por 100.000 habitantes y los fallecidos semanales superaban los 1.500. El mismo 31 de enero, 1,6 millones de ciudadanos tenían una dosis administrada y 357.892 la pauta completa.

Seis meses después España, con el 56,8 por ciento de sus habitantes inmunizados y más de 56 millones de dosis pinchadas, ocupa los primeros puestos de población completamente inmunizada. Y lo hace en plena remisión de la quinta sacudida que da el virus en un año y medio en la que ha llegado a tocar un máximo de incidencia de 700.

 

En un futuro próximo

Ahora mismo, un 5,5 por ciento de las personas hospitalizadas por coronavirus tiene la pauta de vacunación completa frente al 83,4 por ciento que no tiene ninguna dosis, aunque los porcentajes podrán revertirse y «de hecho sería lo esperable si España sigue vacunando al ritmo que lo hace», responde Jiménez.

Tan simple como pensar que si el 100 por 100 de la población estuviese vacunada, el 100 por 100 de los hospitalizados serían personas vacunadas. Pero, eso sí, «no hay que olvidar que el número de ingresados en este caso sería notablemente menor que el que habría sin vacunas».

Eso pasa porque no tienen esa efectividad absoluta, bien porque «en ciertos individuos no funcione bien o la respuesta no sea óptima», con lo que acaba desarrollando formas graves de la enfermedad o incluso muere.

Con los más mayores ocurre además que, con el paso de los años, el sistema inmune «también envejece y se deteriora, por lo que la respuesta inmune frente a enfermedades infecciosas o la protección conferida con las vacunas empeora con el tiempo». Es el llamado proceso de inmunosenescencia.

Sea como sea, Jiménez pide mucha cautela a la hora de analizar los datos antes de lanzar conclusiones erróneas: «Lo realmente importante es analizar el porcentaje de vacunados que requiere hospitalización en un grupo de riesgo determinado y compararlo con el grupo de no vacunados».

Las personas vacunadas se pueden infectar y contagiar el virus. Ahora, la probabilidad que tienen de infectarse y transmitir el virus va a ser «considerablemente menor» que la de quien no lo está, con lo que «la vacunación sigue siendo una de nuestras mejores armas», aclara Jiménez.

 

Los no inoculados

«Ahora el problema está en los no vacunados», señala el epidemiólogo. Lo importante en este momento es proteger a este colectivo, jóvenes en su inmensa mayoría, y para ello solo hay dos opciones: seguir vacunando y tratar de sortear el contagio, evitando las aglomeraciones en espacios abiertos pero, sobre todo, los entornos cerrados.

Franco descarta que España llegue al punto de tener que imponer la vacunación, «o al menos ojalá no tengamos que llegar», aunque sí advierte de que los jóvenes son los más difíciles de captar porque «no ven el peligro igual que los mayores».

Pero para alcanzar la inmunidad de grupo hay que acelerar con ellos; porque ese concepto marcado por las autoridades con la cifra del 70 por ciento -ya reconocido como insuficiente por el Gobierno ante el avance de la variante delta-, «no se trata de un porcentaje».

«De lo que se trata es de que la situación epidemiológica, debido a la vacunación masiva, se traduzca en menos contagios, menos hospitalizaciones y menos fallecimientos». Y eso solo será posible vacunando a los jóvenes.