Aerodinámica contra reloj

S.F.L.
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El oniense Álvaro Gómez, apasionado de la Fórmula 1 desde niño, logra alcanzar su sueño en Inglaterra al forma parte del equipo de diseño y desarrollo del coche de Scuderia AlphaTauri

Álvaro Gómez, en su escudería durante el GP de Gran Bretaña. - Foto: A.G.

A los 9 años ya corría todos los domingos al quiosco de Oña a comprar revistas de coches y a los 12 comenzó a coger el ‘gustillo’ a las carreras de Fórmula 1, un deporte que se popularizó en España con la llegada de Fernando Alonso. Fue entonces cuando Álvaro Gómez escuchó por primera vez la palabra aerodinámica y a comprender la importancia que esta tenía en las victorias del piloto.

Pese a su temprana edad comenzó a sentir la necesidad de ayudar a conseguir esos triunfos y de contribuir al diseño aerodinámico de los coches que parecen alcanzar la velocidad de la luz. A ello hay que sumar las bromas de su padre mientras veían las pruebas: «¿Ves? Ahí tendrías que estar tú para darle ese par de décimas que le faltan para la pole», le animaba. Sin tener la menor idea entonces de qué camino tomar para alcanzar su meta, hoy en día trabaja en el diseño y desarrollo del coche de Scuderia AlphaTauri en Inglaterra.

Pasan los años y toca responder, pero ahora de verdad, a la pregunta ¿qué quieres ser de mayor? Una elección compleja de la que no siempre uno está seguro. Sin embargo, al oniense no le tembló el pulso para decantarse por la aerodinámica y perseguir su sueño de formar parte de un equipo de la F1. La ingeniería industrial estaba más ligada al mundo de la automoción pero, sin embargo, era en la ingeniería aeroespacial donde más conocimientos sobre aerodinámica y mecánica de fluidos se adquirían, así que con 18 años dejó el nido y voló hasta Madrid, donde se formó en la Universidad Politécnica (UPM). «Es curioso pensar que empecé a estudiar como volaban los aviones sin ni siquiera haber montado en uno antes, algo que no era nada común entre mis compañeros», declara.

Su formación le ha permitido vivir en cinco países y culturas diferentes a lo que venía acostumbrado, y aunque el calor fraternal y las ‘charletas’ con su hermano Mario y sus amigos de siempre se echaban de menos, la ambición por superarse ganaba la carrera… La meta cada vez estaba más cerca. La primera vez que residió fuera de España fue a los 22 años, cuando viajó a Linköping (Suecia) a realizar el trabajo fin de grado. «Por aquel entonces ‘chapurreaba’ inglés. En ocasiones pedía a un amigo a que me acompañara a por las llaves de la residencia por miedo a no saber ni pedirlas. ¡Qué odiseas!», recuerda el ingeniero.

Tras acabar la carrera en Suecia regresó a Madrid pero no por mucho tiempo, ya que gracias a un acuerdo de doble titulación entre la UPM y el Politecnico di Milano tuvo la oportunidad de residir una temporada en la ciudad italiana. Uno de las mejores etapas de su vida, que le permitió conocer cantidad de lugares del continente europeo y a la vez a «personas increíbles» con las que hoy mantiene una relación muy estrecha. «El enriquecimiento cultural que me proporcionó el programa Erasmus es una de las experiencias que más me ha marcado, sin ella no creo que se entendiera mi forma de ser» añade.

Su empeño en dedicarse a la aerodinámica en el sector de la automoción le obligó de nuevo a hacer las maletas y coger otro avión, esta vez con destino Stuttgart (Alemania), donde contactó con una empresa que se dedicaba a desarrollar un programa de simulación aerodinámica muy utilizado en la industria. Allí realizó el TFM, y si la experiencia en Milán resultó muy enriquecedora a nivel personal, esta lo fue sin duda a nivel profesional. «De repente te ves trabajando para marcas de coches muy conocidas con gente que se dedica a lo que tú siempre has querido hacer», explica. Una vez que dio por finalizada su formación le ‘llovieron las ofertas’, tanto del mundo aeroespacial en España, como del sector de la automoción en el extranjero.

Pero hubo un próximo destino: Inglaterra. Siguiendo la trayectoria que había llevado se estrenó en el mercado laboral en Jaguar Land Rover (JLR), primero como ingeniero de powertrain y meses más tarde en el departamento de aerodinámica. Aquí trabajaba en el desarrollo aerodinámico y aeroacústico de algunos modelos de la marca, un empleo que incluía varios viajes al túnel de viento (que casualmente estaba en Stuttgart) y ensayos en pista que «disfrutaba muchísimo», confiesa.

A las carreras. Tras dos años en JLR e infinidad de horas de dedicación surgió la oportunidad de su vida: formar parte de la Scuderia AlphaTauri (en aquel entonces Scuderia Toro Rosso) como aerodinamicista, estudiando la interacción del aire con el coche para maximizar la adherencia y velocidad del coche en el circuito. «¡Y aquí sigo!», declara emocionado.

Su día a día consiste en proponer nuevos diseños que tras numerosas simulaciones en el ordenador y test en el túnel de viento, pasan a formar parte del coche en las carreras. «Es un trabajo muy exigente, porque no deja de ser una competición, así que tienes que rendir a un nivel muy alto dedicando mucho esfuerzo a lo que haces, pero merece mucho la pena, especialmente si luego el coche va rápido en la pista», asegura.

Echa la vista atrás y uno de los momentos más gratificante dentro de sus vivencias profesionales coincide con la victoria del equipo en el GP de Italia, en 2020. «Dejando a un lado todo lo que sufrí en las últimas vueltas de la carrera, ver cruzar la línea de meta primero a un coche en cuyo diseño has participado de una manera tan activa resultó una satisfacción personal muy difícil de describir». Pero el aerodinamicista siempre tiene en mente a sus familiares y amigos, con los que comparte todos sus «pequeños éxitos. Siempre han sido conscientes de lo que ese tipo de cosas significaban para mi y del esfuerzo que hay detrás.», recalca.

Su vida en Oxford no la cambia de momento. Sus veladas con su grupo de amigos y sus ‘pinitos’ en la música -toca el piano, el saxo y se defiende con la batería- le mantienen también muy ocupado. Aunque echa de menos España, su villa natal y las morcillas de Goloso y Mari Paz, no tiene en mente hacer las maletas más que para pasar sus vacaciones y disfrutar de su San Vitores del alma.

Álvaro Gómez alienta a los que ahora son adolescentes que buscan como él hacerse un hueco en este deporte. «No abandonéis vuestros sueños. No solo hay un recorrido para llegar a tu objetivo, algunos son más largos y difíciles que otros, pero al final todo llega». A la vez, como alumno del colegio de Oña, recuerda que estudiar en el mundo rural «nunca es sinónimo de una inferior educación», sentencia el ingeniero.