La joyería aguanta en los tiempos de la bisutería

G. Arce
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Una treintena de comercios familiares sortea la crisis, pero ve como la cultura de la joya desaparece entre los más jóvenes

La joyería aguanta en los tiempos de la bisutería - Foto: Luis López Araico

La joyería, uno de los gremios comerciales con más raigambre e historia, se enfrenta al mismo cambio de hábitos en el consumo que atenaza a todo el comercio de calle y a los nuevos retos tecnológicos que compiten con el mostrador tradicional. Pese a ello, una treintena de negocios siguen inmersos en la provincia de Burgos en la venta de joyería en oro y en plata, relojería y en las tareas de reparación y creación de piezas exclusivas. Hay bajas, por las jubilaciones y la falta de relevo generacional, y tampoco hay altas, por las importantes medidas de seguridad e inversiones que requieren establecimientos de esta naturaleza. Los que se mantienen son empresas familiares, por lo general una segunda generación a la que no queda más remedio que adaptarse a las circunstancias. 

Es el caso de Javier Mayoral, de Joyería Manacor, que preside la Asociación de Joyeros de Burgos, un colectivo integrado en la patronal del comercio (FEC) yque reúne a la mitad de los comerciantes del gremio. Su visión del negocio es razonablemente optimista: ya han dado por superados los años de crisis -cuando el precio del oro subió hasta límites insoportables para estos negocios- y la convivencia con el comercio electrónico no es tan hostil como en otros gremios. «La crisis nos llegó tarde, en el 2012 o 2013, pero fue dura por el incremento de nuestra materia prima. Ahora estamos estabilizados y muy profesionalizados».

Internet y el comercio electrónico suponen un reto «pero cuando se compran joyas, el trato personalizado y el ver y tocar el producto es muy importante. El cliente que compra calidad se quiere ver compensado con unas garantías», explica Luis Ángel Gallego, responsable de las joyerías Gadema y Marjoya. A día de hoy, la pantalla del ordenador no garantiza un oro de 18 kilates ni que los brillantes o diamantes lo sean. Abunda el fraude y el  engaño online y la gente se la juega por unos pocos euros, no con bienes de alto valor económico. (Más información en edición impresa)