De la oscuridad a la luz

ALMUDENA SANZ
-

Burgos Baroque Ensemble rescata y reestrena una obra del maestro de capilla Hernández Illana en un concierto que su director, Javier Ulises Illán, define como «un canto de esperanza». Mañana, en la escalera dorada de la Catedral

La formación ha ensayado en una nave industrial para mantener las distancias. - Foto: Patricia González

Francisco Hernández Illana llegó a la Catedral de Burgos a punto de cumplir los 30 años. Fue su maestro de capilla hasta su muerte en 1780. Compuso piezas que luego serían interpretadas en los oficios litúrgicos, no solo en la Seo, sino en templos de otras ciudades enviadas por el maestro a sus discípulos, incluso se conservan más fuera que aquí. Su nombre sí es conocido en el mundo de la música antigua y poco a poco se recuperan e interpretan sus obras. Burgos Baroque Ensemble, instada por la Fundación VIII Centenario, ha brujuleado en el archivo catedralicio y ha quitado el polvo a una de ellas, Parce mihi, Domine (Perdóname, Señor), que coge el nombre del primer verso. Yolanda Pérez, con una labor minuciosa, se ha encargado de la transcripción. El director musical, Roberto Alonso, observa que para el grupo es un hito doble: primera vez que interpreta repertorio ibérico y que hace una construcción histórica de cero.

Esta creación se incluye en De profundis, el concierto que la formación brinda mañana (20 h., las entradas, a 5 y 10 euros, se venden en la sala Valentín Palencia, de 10.30 a 14 y de 17 a 19.30 h.), con la escalera dorada como escenario.

Más desangelado es el que enmarca los ensayos. Una nave en Villalonquéjar viajó en el tiempo con los músicos de la orquesta y los coralistas. Había que mantener la distancia de seguridad. Nobleza obliga. Y entre los directores está Juan Gabriel Martínez, ex del Orfeón y médico de profesión, satisfecho con las medidas de seguridad adoptadas. Alude también a esa disciplina el director invitado, Javier Ulises Illán, realmente maravillado con el trabajo realizado por Burgos Baroque Ensemble para olvidar al bicho y centrarse en el pentagrama.

Los coralistas llevan la prescriptiva mascarilla y guardan distancias.Los coralistas llevan la prescriptiva mascarilla y guardan distancias. - Foto: Patricia GonzálezY ahí pone su mirada. El repertorio se completa con la Cantata 131, de Bach, y el Miserere en Do menor, de Zelenka. «Son verdadero alimento espiritual y social. El concierto se proyecta de la oscuridad a la luz, de una situación difícil a la esperanza, muy propio para los tiempos actuales. Es un canto de esperanza», resume antes de hacer sonar los clarines para llamar la atención sobre la importancia de que en la Catedral vuelva a sonar una pieza estrenada allí hace trescientos años. «Rescatar los sonidos del pasado siempre es traer nuestra identidad al presente y que en el siglo XXI toquemos esta música del XVIII es una celebración», aplaude y reconoce que durante los ensayos ha vivido sensaciones muy especiales.

Parce mihi, Domine forma parte del oficio de difuntos y, cuenta Illán, es una obra con una estructura poco usual puesto que tiene un tiple solista, que, muy probablemente, sería un niño cantor (en el reestreno lo hará la soprano Sonia Barriuso), que dialoga con una flauta solista, dos elementos centrales arropados por la orquesta y el coro. «Tiene una sonoridad interesante, aunque es del siglo XVIII guarda reminiscencias que nos remiten al pasado. Es excepcional y especial porque los elementos están construidos de una manera poco habitual», concluye Illán e insiste en que «la recuperación de músicas es un deber para los músicos y es bonito ir reconstruyendo ese pasado».