Ignacio Camarero

Dibujos de Ciudad

Ignacio Camarero


Genitales susurrantes

11/10/2021

Te levantas un día. Desayunas. Y en el primer café social de la mañana, de súbito, te sorprendes empleando palabras que nunca habías utilizado. Cuestión de empatía. Necesidad de aceptación. Cómo no discutir de lo que todo el mundo parece tener algo que decir. Mi ejemplo favorito se remonta a hace unos años. Cuando el término se escribía con la letra K. ¡Okupa…! Empleo el pretérito porque, ahora, ya, se caligrafía con la C. La ocupación, hoy, está legislada. Y protegida.

Lo que antes del desayuno de aquel día era un delito de allanamiento de morada, empezó a no serlo en los postres. Tu único error, el mío, rehusar a la batalla del lenguaje. Las cerraduras de nuestras puertas pasaron de inviolables, a secas, a inviolables con matices. Pura manipulación del lenguaje. Y nada nuevo bajo el sol.

La progresía acostumbra a decir que llueve cuando te está meando encima. Incluso te pide permiso, como Jaimito en el chiste, para meterte, sólo, la puntita. Pero la realidad es otra. La ley lo tiene muy claro. Si tienes un piso en Gamonal, una casa en el pueblo, y un apartamento-estudio en Torrevieja, es lícito que te ocupen uno de los tres. La prosa jurídica entiende literalmente que nuestra intimidad sólo se puede desarrollar en dos propiedades. En tres, ya no. El derecho de invasión de la tercera, sí, prima sobre el de goce, disposición, y reivindicación del bien, de su otrora legítimo dueño.

El gobierno del señor Sánchez, don Pedro, no se apea de esta estrategia. Vieja conocida del Göbbels, por cierto, y de lo poco que del régimen nazi sobrevivió a Hitler. Pisos vacíos. Pisos vacíos. Pisos vacíos. Novecientas noventa y nueve veces lo he escuchado esta semana. Hasta el señor De la Rosa, don Daniel, se ha ilusionado con la posibilidad de incrementar el IBI. Así que ya no me queda otra. Trataré de impedir que lleguen a las mil. Porque es mentira. Sí. Repito. Mentira.

España todavía es un estado de derecho. Islámica. Bolivariana. China. No una República Popular o podemita. Aquí, los pisos, tienen propietario o no. No están llenos ni vacíos. La democracia en Occidente es así. Te hace libre. De abrir la puerta de tu casa cuando te venga en gana. O de cerrarla, lo dicho, si te susurran los genitales.

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