Oportunidad para la ciudad

G. ARCE
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Burgos debe aprovechar el 'efecto pandemia' para vender calidad de vida e intentar captar población de las grandes capitales

Burgos debe explotar su cercanía con Madrid y el País Vasco. - Foto: Alberto Rodrigo

Se denomina el fenómeno ‘orilla de mar’ y visualiza lo que ha ocurrido con el desembarco de los nuevos vecinos en el mundo rural a raíz de la pandemia y lo que va a ocurrir en el futuro: igual que vienen las olas se irán. Así lo entiende Fernando García-Moreno, profesor de Derecho Administrativo de la UBU y autor del libro La despoblación del mundo rural. 

Habitamos una de las zonas más castigadas demográficamente de España y las esperanzas depositadas en el regreso de nuevos habitantes a los pueblos, argumenta, pronto quedarán en nada y se seguirán sumando pueblos a esos 50 que ya han desaparecido. 

«Los pueblos se han convertido en refugio para salvar los trastos de la pandemia, pero dejarán de serlo cuando todo esto se normalice». La despoblación que afrontamos, argumenta, es «desoladora» y requiere otro tipo de actuaciones más allá de una circunstancia sanitaria puntual. 

García-Moreno propone medidas como el dar mayor protagonismo a los pueblos medianos, a la centralización de servicios, al fomento del turismo rural inteligente, al uso de las nuevas energías, del teletrabajo y a la potenciación de las infraestructuras de todo tipo y clase «para tratar de acercar tanto física como virtualmente a los pequeños municipios a las capitales de provincia», entre otras.

Capital. Este experto en demografía sí ve un posible efecto ‘orilla de mar’ positivo para la capital, en contraposición a grandes aglomeraciones urbanas como Madrid o las del País Vasco. Si  todo se cuestiona por lo ocurrido en 2020, ¿por qué no el poblar urbes más amables, céntricas, cómodas y bien comunicadas? 

Burgos necesita ganar en torno a 70.000 habitantes más para lograr su tamaño ideal (250.000 vecinos para tener las ventajas de las grandes urbes y también de las pequeñas) y una crisis como la generada por la pandemia ofrece una oportunidad para explotar sus evidentes cualidades de calidad de vida, medioambientales y geográficas. 

«Urge una política proactiva para captar población foránea, que a la postre son riqueza y progreso, y la forma más efectiva de hacerlo es atrayendo puestos de trabajo y empresas, esto es lo que asienta familias, aunque no estamos en un momento fácil». 

A este respecto, subraya la importancia y trascendencia del fenómeno de la inmigración, que registra muchas fluctuaciones dependiendo de la situación económica y las oportunidades de empleo.

El profesor de la UBU insiste en que esta estrategia a medio y largo plazo debe trascender diferencias políticas e instituciones públicas y enfocarse al objetivo de vender Burgos. «Y en ello veo fundamental proyectar la ciudad en el eje central de la Península, Madrid-Burgos-Irún. Buenas comunicaciones e infraestructuras que faciliten el asentamiento de madrileños y vascos en Burgos o en Aranda».