Mucho tiene que cambiar el verano en su segunda mitad para que resulte más cálido de lo normal, tal y como apuntaban las predicciones oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología allá por mediados del mes de junio.

Si el estío se presentaba probablemente caluroso, por el momento la provincia de Burgos, y concretamente su capital, se están librando de los termómetros disparados. Aquí lo que triunfa son las chaquetas por la tarde y las mantas para dormir por la noche.

La temperatura media en julio en el observatorio meteorológico del aeropuerto de Villafría fue de 19,2 grados, lo que la convierte en la más fría desde el año 2014 cuando se registraron 18,1. Se rompe así una sucesión de veranos más calurosos de lo normal (tomando como referencia el periodo 1981-2010), pues el promedio se ha situado tres décimas por debajo de los 19,5 que marcan la norma.

El dato del mes pasado fue fresco, pero ni mucho menos supone un récord. Aunque muchos tengan la sensación de haber pasado apenas dos o tres jornadas de calor en todo el verano, la estadística demuestra que los julios burgaleses han sido tradicionalmente fríos. En el periodo 1961-1990, por ejemplo, la temperatura media fue de 18,4 grados y en 2011 no se sobrepasaron los 17,3. A otro nivel estuvo el julio de 1977, cuando la media se quedó en 15,2, mientras que en 2006 se registraron unos 23,1 más propios de otras latitudes.

Del frescor general de este último julio han tenido culpa, sobre todo, las mínimas nocturnas. Estas se han quedado en un promedio de 10,4 grados cuando lo normal hubiera sido 11,5, mientras que la media de las máximas diurnas alcanzó los 27,9 frente a los 27,6 esperables. En los extremos del mercurio tuvimos los 35,5 del tórrido día 22 y los 4,4 del amanecer del día 13, pero estos tampoco han batido registros históricos. El récord histórico de las máximas se queda en los 38 grados justos del 27 de julio de 2020 y el de las mínimas en unos heladores 0,1 grados el 11 de julio de 1993.

Cuatro gotas. Más allá de las temperaturas, el mes pasado también se destacó por su carácter extremadamente seco. En todo el mes únicamente cayeron 0,8 litros, todos ellos repartidos en dos pequeños chaparrones en torno al mediodía del 6 julio y en una lluvia casi inapreciable de menos de 0,1 el día 31. Ni antes ni después volvió a descargar para nada el cielo.

Se trata de una cifra muy baja que sitúa a este julio como uno de los menos generosos en lluvias de la serie histórica, pero para nada es un récord puesto que ha habido varios años con un 0 absoluto en la casilla de precipitaciones.

La ausencia de tormentas deja lejísimos los 110,9 litros que se registraron en julio de 1952 o los 41,4 que cayeron en un solo día el 19 de julio de 1979.